BUSCADOR CATÓLICO

lunes, 1 de octubre de 2007

ELLOS SERÁN MI PUEBLO

"Yo seré su Dios, y Ellos serán mi Pueblo". Con estas Palabras de Jeremías se expresa el Amor (Agapao) incondicional de Yahvé para con Israel, quedando en segundo plano el amor (Fileo) de Israel para con Yahvé, un amor frágil, sujeto a la volátil Fidelidad del hombre. Francisco, en su Fidelidad entregada, engendró "hijos para el Padre". La Fidelidad Dios-Hombre se traduce en frutos espirituales del hombre mismo, y luego, cuando el hombre recibe un Carisma hasta entonces inédito, en Hijos, en un nuevo pueblo. Un pueblo, una familia, que es parte del gran Pueblo de Dios, la Iglesia, pero que sin embargo la revitaliza y le da un aire y empuje nuevos. Así sucedió con Francisco: fructificó en Obras Santas, y Engendró una nueva familia. Y esta familia renovó los aires de la Iglesia del s. XIII, tan preocupada por mantener su posición dominante, su Poder, y sobre todo la Doctrina, ante las Herejías emergentes. La Promesa "Yo seré su Dios" se hizo extensiva no sólo a las Tres Órdenes, sino también a la Iglesia, que vio cómo Dios se preocupaba una vez más por ella, y la llenaba de dones: Órdenes nuevas, aires de Evangelio y Simplicidad, Recordatorio de Jesús Hombre-Humilde-Pobre, una nueva forma de entender y vivir la Vida Consagrada... Dios nos abraza, se trata sólo de cerrar los brazos y abrazarle a Él.

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