BUSCADOR CATÓLICO

viernes, 30 de noviembre de 2007

LO HA DEJADO TODO POR DIOS


Ayer, para nosotros los cristianos, hubo una buena noticia: Mercedes Aroz, Senadora por el PSC, dejaba la Política porque se había convertido al cristianismo. Ha sido la senadora más votada en la historia de la democracia española. Y lo deja, porque ha oído otra Voz: la de Cristo. Y, por ello, no puede seguir defendiendo en la Cámara Baja las leyes que su partido propone, puesto que atentan contra la vida y la dignidad humanas. Es una muy buena noticia. Como decía ayer Fernando Ónega en Onda Cero: "es como las tentaciones del desierto. Todo esto te daré, prestigio, buenas posiciones en las listas... si me adoras. Y ella ha preferido oír la voz de su Pastor". Creo que, con el ejemplo de esta mujer, deberíamos plantearnos si en nuestro día a día estamos dispuestos a dejar nuestras preferencias en un segundo plano, relativizándolas según Dios. ¿Moriríamos por Él?

miércoles, 28 de noviembre de 2007

BÚSQUEDA


Debido a algunos acontecimientos que he podido observar, pensaba hoy en lo largo que a veces puede hacerse el camino de búsqueda de Dios, del Infinito, de la Cabaña en el Tabor que tanto deseamos, aunque a veces la misma vida espiritual exija salir de ella y bajar otra vez a la ciudad o al mismo Getsemaní. Pero es la Cabaña que queremos habitar, y que nuestra alma desea, ansía, necesita, porque está cerca de la Gloria, de Jesús - Cristo, siempre manifestado a nuestras vidas como una fuente de Paz, Amor, Gozo, Eternidad... Nos podemos pasar años buscando a Dios y un día darnos cuenta de que en realidad no le buscábamos tanto a Él como al hecho mismo de habitar la cabaña del Tabor porque en ella se está bien, sencillamente, y quizá no tanto al mismo Jesús. Lo que decía, te puedes pasar años y, cuando al final ves que era lo otro, resulta que necesitas buscar en otras fuentes, por otros caminos. Y eso está bien, es necesario y seguramente será de Dios, de forma que volveremos a nuestra primera fuente de búsqueda renovados completamente. Pero esencialmente la idea es esa: que el Camino Espiritual no es fácil, es arduo, lleno de laberintos, curvas, baches... pero con la Esperanza de Tabor llamándote constantemente, sabiendo que es Dios mismo quien te espera tras ese obstáculo que, quizá en más de una vez, te has puesto tú mismo. "Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío" (Sal 41).

martes, 27 de noviembre de 2007

NUEVA VIDA EN DIOS


Paz y Bien. Se acerca el Adviento. Este Domingo empieza este tiempo de recogimiento y de espera del Niño Jesús. Es hora de que todo aquello que nos estorba para amar a Dios y que está en nuestras manos cambiar: pecado, afectos, preocupaciones, ocupaciones, rutinas... pase a no tener relevancia ya en nuestras vidas, o a tenerla en su justa medida. El Nacimiento de Jesús debe ser un timbre que despierte nuestro corazón y nuestra alma para "acelerar" en el Camino hacia Dios. No podemos dejar pasar la ocasión de renovarnos, de cambiar, de dejar atrás lo que nos pesa y enturbia nuestras relaciones con Dios y con los demás. La Luz que desprende el Pesebre debe ser clarificadora, consoladora. Necesita pues ser acogida en lo más hondo de nuestro ser y, para ello, debemos hacer un hueco, otro pesebre. ¿Cómo? Proponiéndonoslo de verdad y pidiendo ayuda al Señor. Caminar cada día prestando atención a aquello que hay que depurar. La Cueva de Belén es lo más puro que hay. Y para poder sumergirnos en dicha Pureza y en esa Santidad hay que estar en sintonía, escuchando. Los Cuatro Domingos de Adviento son una ocasión única para ir abriéndonos y preparándonos para lo que Dios quiera decirnos en la Noche de las Noches, la que iluminó el mundo para siempre.

sábado, 24 de noviembre de 2007

CRISTO REY


Este Domingo es el último antes de Adviento. Celebramos a Cristo Rey. Entramos, por tanto, en un periodo de recogimiento espiritual, de espera, de atención, porque este Cristo Rey vendrá en forma de Niño Pobre. Es lo que se quiere decir con esta fiesta: que el Rey de reyes, el Creador, va a venir al hombre.

Y se impone una reflexión, como cada vez que celebramos una fiesta: ¿realmente es Él rey de mi corazón, de mi vida, de mis afectos, de mis deseos y aspiraciones? Para el cristiano, que por serlo lleva consigo el compromiso de andar tras los pasos del Maestro, no puede ser otro que la Persona del Salvador la que guie su ser íntimo, puesto que de eso se trata. Si eres cristiano, es porque quieres seguirle, y si quieres seguirle es para ser como Él. Así pues, debe ser Él nuestro supremo deseo, nuestra aspiración. Esto, en nuestra vida concreta, humana, difícil... debe realizarse de alguna manera. Sabemos que poniendo la oración en la cima de nuestras actividades, lo demás adquirirá carácter de hecho para Gloria de Dios. Pero no basta. Nuestras elecciones, preferencias, deseos... han de ser purificados por Él. Debemos poner nuestra existencia en sus manos, o eso se supone. ¿Contamos con Él cada vez que hemos de dar un paso en la vida? ¿Ponemos sus valores en primacía respecto de los nuestros? Cristo reinó desde la Cruz. ¿La rechazamos cuando llama a nuestras puertas? ¿Sabemos tender la mano al que tenemos al lado?

miércoles, 21 de noviembre de 2007

PROVIDENCIA

Leyendo el pasaje del Capítulo de las Esteras (Flor 18) no puede uno menos que emocionarse, contemplando la santidad de la vida de aquellos hermanos ocupados sólo de Dios, supremo afán de sus vidas y al cual se habían consagrado. Allí reunidos, conformaban un bello espectáculo espiritual: conversaciones sobre Dios, Caridad llevada a la práctica, oración, recogimiento, silencio... DIOS. Sí, Dios habitaba en aquella explanada de Santa María. El Espíritu soplaba, dando vida dichosa a aquellos varones de Cristo. Se narra también que el Cardenal Hugolino, guiado por humana prudencia, temía por el bienestar corporal de tantas personas. Y Francisco, cual Jesús en el pasaje de Jn 6, confía en el Padre, dando de comer, de nuevo, a cinco mil personas (cf. Jn 6, 10). Y los frutos de tal confianza en la Providencia fueron muchos y variados: Fraternidad entre los hermanos, Caridad de las ciudades vecinas, y hasta lo que podríamos considerar, si no de forma, sí en esencia, el Voto de Pobreza de Santo Domingo. La edificación espiritual allí sería tal, que sería digno de ver. ¿Os imagináis cinco mil hombres en silencio, oración, caridad... y repartiéndose comida para que ninguno pasara hambre? Qué escena, ver llegar aquellos jumentos y carros llenos de Amor Paternal de Dios. El Testimonio de aquellos franciscanos sería brutal, para que tanta gente se acercara. La vida del cielo se había acercado, en primicias, a aquella explanada. EL Yo no existía, tampoco la dispersión mundana, ni nada que pudiera hacer pensar en otra cosa que no fuera Dios y sus santos preceptos. Ojalá con nuestras vidas pudiéramos recrear, yendo en pos de Jesús, esta escena, y dejar que Él nos alimentara con Pan y Sangre de Vida Eterna.

lunes, 19 de noviembre de 2007

TODO ES GRACIA


A fray N., ministro: El Señor te bendiga (cf. Núm 6,24). 2Acerca del caso de tu alma, te digo, como puedo, que todo aquello que te impide amar al Señor Dios, y quienquiera que sea para ti un impedimento, trátese de frailes o de otros, aun cuando te azotaran, debes tenerlo todo por gracia. 3Y así lo quieras y no otra cosa. 4Y tenlo esto por verdadera obediencia al Señor Dios y mí, porque sé firmemente que ésta es verdadera obediencia. 5Y ama a aquellos que te hacen esto. 6Y no quieras de ellos otra cosa, sino cuanto el Señor te dé. 7Y ámalos en esto; y no quieras que sean mejores cristianos. 8Y que esto sea para ti más que el eremitorio. 9Y en esto quiero conocer si tú amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo, si hicieras esto, a saber, que no haya hermano alguno en el mundo que haya pecado todo cuanto haya podido pecar, que, después que haya visto tus ojos, no se marche jamás sin tu misericordia, si pide misericordia. 10Y si él no pidiera misericordia, que tú le preguntes si quiere misericordia. 11Y si mil veces pecara después delante de tus ojos, ámalo más que a mí para esto, para que lo atraigas al Señor; y ten siempre misericordia de tales hermanos. 12Y, cuando puedas, haz saber a los guardianes que, por tu parte, estás resuelto a obrar así.
13Y de todos los capítulos de la Regla que hablan de los pecados mortales, con la ayuda del Señor, en el capítulo de Pentecostés, con el consejo de los hermanos, haremos un capítulo de este tenor: 14Si alguno de los hermanos, por instigación del enemigo, pecara mortalmente, esté obligado por obediencia a recurrir a su guardián. 15Y todos los hermanos que sepan que ha pecado, no lo avergüencen ni lo difamen, sino tengan gran misericordia de él, y mantengan muy oculto el pecado de su hermano; porque no necesitan médico los sanos sino los que están mal (Mt 9,12). 16De igual modo, estén obligados por obediencia a enviarlo a su custodio con un compañero. 17Y el custodio mismo que lo atienda con misericordia, como él querría que se le atendiera, si estuviese en un caso semejante (cf. Mt 7,12). 18Y si cayera en un pecado venial, confiéselo a un hermano suyo sacerdote. 19Y si no hubiera allí sacerdote, confiéselo a un hermano suyo, hasta que tenga un sacerdote que lo absuelva canónicamente, como se ha dicho. 20Y éstos no tengan en absoluto potestad de imponer otra penitencia sino ésta: Vete, y no quieras pecar más (cf. Jn 8,11).

Esta carta de San Francisco se podría resumir, como bien señala Tadeo Matura, en la frase de Santa Teresa de Lisieux "Todo es Gracia". El Poverello anima al Ministro a que acoja todo lo que Dios le envía como Gracia, o sea, como una oportunidad de sentir y pensar como Dios mismo. Los hermanos, que tanto daño le causan con su obrar y pensar, no son obstáculos. Puesto que el camino hacia Dios no lo configuramos nosotros, es Él quien nos da lo que necesitamos para llegar a Él, para llegar a sentir lo que Él sintió en la Cruz: una Misericordia desbordante que Ama a los que le golpean, y que no tiene para ellos otra cosa que ofrecer que brazos acogedores, que se extienden en la Cruz para que no falten a nadie. Y eso es a lo que llama Francisco al ministro: a convertir su amor humano, que busca un camino fácil y no exigente, en un Amor como el de Dios, que Ama y se da de verdad a aquellos que no le quieren, e incluso lo azotan. Deberíamos plantearnos si lo que vemos como inconveniente en nuestra vida espiritual no podría ser en realidad una oportunidad de aprender del Corazón de Dios.

viernes, 16 de noviembre de 2007

LOS FRUTOS


"Hubo un hermano, en su porte exterior de vida devoto y santo, que de día y de noche parecía muy solícito en hacer oración. Guardaba de tal manera silencio continuo, que, cuando se confesaba con el sacerdote, se valía, a veces, de señas, no de palabras. Tan devoto y fervoroso parecía en el amor de Dios, que, sentado en ocasiones con los hermanos, con sólo oír buenas palabras -nunca hablaba-, se alegraba de forma extraordinaria interior y exteriormente; tanto que con esto movía muchas veces a devoción a los demás hermanos.
Habiendo llevado muchos años este tenor de vida, sucedió que viniera el bienaventurado Francisco al lugar donde él estaba. Cuando le informaron de la vida de este hermano, les dijo: «Tened, en verdad, por cierto que está asediado por tentación diabólica; la señal es que no se quiere confesar».
Llegóse allí el ministro general (cf. LP 116) a visitar al bienaventurado Francisco y empezó ante él a elogiar al mencionado hermano. Pero el bienaventurado Francisco atajó: «Créeme, hermano, que está llevado y engañado por el espíritu maligno».
El ministro general repuso: «No deja de ser raro y casi increíble que pueda suceder esto en un hombre que ostenta tantas señales y obras de santidad». Mas el bienaventurado Francisco continuó: «Pruébalo; dile que se confiese una o dos veces a la semana. Si no te obedeciere, ten por cierto que es verdad lo que he dicho».
El ministro general intimó al hermano: «Hermano, quiero absolutamente que te confieses dos veces a la semana, o una por lo menos». El taciturno se puso el dedo en la boca y, moviendo la cabeza y haciendo señas, manifestó que no lo haría de ninguna manera, por amor al silencio. El ministro, temiendo escandalizarlo, lo dejó.
Pocos días después salió de la Orden voluntariamente y regresó al siglo vestido de hábito seglar.
Y sucedió que dos de los compañeros del bienaventurado Francisco que iban de camino cierto día, tropezaron con él, que venía solo, como paupérrimo caminante. Con gran compasión le hablaron: «¡Infeliz! ¿Dónde ha quedado aquel tenor de vida tan devoto y santo? No querías conversar ni mostrarte a tus hermanos, y ahora andas errante por el mundo, como hombre que no conoce a Dios».
Él empezó a hablar, perjurando muchas veces por su fe, como suelen hacer los del mundo, y le dijeron: «¡Infeliz! ¿Por qué juras ahora por tu fe, como suelen hacer los del siglo, cuando antes evitabas no sólo las palabras ociosas, sino hasta las buenas?»
Y así, le dejaron. A los pocos días murió. Nosotros quedamos admirados al ver que se cumplía a la letra lo que había dicho el bienaventurado Francisco en el tiempo en que aquel desdichado era tenido como santo por los hermanos". (LP 102).

En este texto se cumplen las Palabras de Jesús "por sus frutos los conoceréis". Es una guía perfecta para nuestra vida espiritual. Si queremos calibrar hasta qué punto una experiencia que creemos y sentimos que es de Dios, o un acto es o no realmente de Caridad y guiado por Dios, debemos atenernos a cómo nos mostramos a los demás habitualmente, después de dicha experiencia, o de haber actuado de aquella forma que juzgamos justa. Si nuestro porte es obediente, alegre, fraterno, caritativo... seguramente es que nos hemos encontrado con Dios y lo estamos compartiendo. Si, por el contrario, seguimos mostrándonos y actuando como siempre, o más tristes, menos fraternos, menos caritativos... es que nos hemos engañado de alguna forma, y no podemos mostrar la alegría de haber estado con Dios, porque seguramente no habrá sido así. El hermano que cito más arriba creía ser más santo que los demás, o al menos, distinto, peculiar (es la tentación que Francisco llamaba "singularidad"). Separado de los demás, actuando como si estuviera provisto de dones especiales... no era obediente, acaba fuera de la Orden y vaga por el mundo como triste y errabundo. Analicemos cómo actuamos con los demás y con Dios, y podremos discernir si hemos estado con Él, aunque el Amante sabe cuándo ha estado con el Amado.

lunes, 12 de noviembre de 2007

LAS TENTACIONES


Quisiera en el día de hoy hacer incidencia sobre algo que en la vida cotidiana no se habla más que para confesarse. Me refiero a las tentaciones, y al papel que realmente juega Satanás en ellas y en nuestra vida espiritual en general. Es verdad que, por la Revelación y por las experiencias de los santos y de los cristianos que intentamos llevar una vida espiritual coherente con nuestros compromisos (cuando menos bautismales y los profesados en la Confirmación), mediante una relación asidua con Dios en la Oración, los Sacramentos, y sobre todo la Caridad puesta por obra, nos encontramos con frecuencia con tendencias naturales propias del hecho de ser-humano, que son contrarias a lo espiritual. En ellas, hallamos con frecuencia dificultades para avanzar en el camino hacia Dios y hacia los demás. Para cada persona son distintos, particulares. Cada personalidad lleva consigo dichas tendencias, y no pueden extrapolarse de individuo a individuo. Tratan ellas de alejarnos de Dios y de la vida espiritual, no por sí mismas, sino porque se nos presentan como radicalmente opuestas a la Vida del Espíritu. San Juan habla de Tinieblas opuestas a la Luz, San Pablo de Carne contra Espíritu, San Francisco lo presenta como una opción por Amor al Crucificado, el cual puede revertir dichas pulsiones en principio egoístas y destructivas en un auténtico camino a Dios (habla por tanto de integrarlas y reorientarlas hacia Dios, usándolas como vehículos hacia Él.

Pues bien, en dichas tentaciones, (tentación del latín temptatĭo, -ōnis = Instigación o estímulo que induce el deseo de algo), es donde el diablo actúa como instigador, o sea, como el que, conociendo nuestra debilidad, o lo que más nos cuesta, o sabiendo cómo es nuestra personalidad, nos insinúa y sugiere seguir tal o cual tendencia o deseo carnal (carnal en sentido amplio, no restrictivo al ámbito sexual). Es ahí donde la lucha toma cuerpo y el alma debe agarrarse a la Gracia. Sin embargo, esto indica otra cosa: que el alma adulta y madura que, conscientemente ha optado por tal voto-estilo de vida, o compromiso, sabe qué es lo que ha escogido. Si la entrega es sincera, y motivada por Amor a Dios, las tentaciones cobrarán otro cariz más profundo y quizá más duro. Por ejemplo, si una monja opta por la clausura libre, consciente y responsablemente, habiendo discernido bien la Vocación, no tendrá tentaciones de sentirse encerrada tras unos muros y salir al mundo. No, porque ha optado por otra cosa, por otra vida. La tentación será, quizá, a nivel de convivencia con las hermanas, a nivel de lo que afecta a una relación espiritual con ellas. O quizá será en el ámbito de la oración, del trabajo manual, de la Obediencia, etc. Es decir, las tentaciones se dan en aquello que en nuestra vida espiritual más nos pueda apartar de Dios, debido a nuestra predisposición natural y particular. Y no necesariamente en lo carnal - sexual, ni en las cosas que el mundo hoy día valora. No, sino en los aspectos de la vida espiritual que más nos cuesta asimilar, porque el alma necesita a veces tiempo para recorrer el camino de unión con Dios, o porque estamos sujetos a error, y un mal discernimiento puede llevarnos a complicaciones de cariz más espiritual, pero que, al fin y al cabo, si no se analizan y cortan de raíz, o bien si no se saben reconducir, pueden llevarnos a caminar en tinieblas. El diablo, como ya he dicho, sugiere, propone un plan contrario al de Dios. Nuestra libertad, pues, como en toda elección, está intacta. Podemos sentir las pulsiones de la tentación, evidentemente, pero podemos escoger no seguirlas. Y, por ende, a veces pecamos y el diablo ni se ha acercado a nosotros. A veces, quiero decir, escogemos, y no hemos sido instigados, sino que hemos hecho uso de la libertad de un modo arbitrario. Aquí hay que plantearse a qué nivel se entrega uno a Dios en realidad, o bien si nos reservamos todavía algo. En conclusión, tan equivocado es pensar que el diablo no existe o no actúa nunca, como pensar que está por todo siempre, demonizando la realidad y anulando la Gracia y nuestra libertad.

jueves, 8 de noviembre de 2007

LA OVEJA PERDIDA


El Evangelio de hoy nos recuerda cómo Jesús enseñaba a los suyos cómo es en verdad el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Les enseña a sus oyentes que el Padre Ama a todos con un Amor único y entrañable. De esta forma, el Dios del Antiguo Testamento que, si bien no exento de Amor, aparecía vengativo y fuerte, omnipotente, soberano, alejado... HA BAJADO DEL CIELO PARA ENCONTRARSE CON EL HOMBRE. El Dios de los Señores, el Eterno, Inmutable, Omnipotente... no pudo contener su Amor y se ha hecho débil, pequeño, contingente... para venir a nuestro lado y caminar con nosotros. No hay mayor noticia para el hombre que la Navidad. Sí, ese momento que cambió la Historia para siempre, pues el hombre ya no estará más solo. No tendrá que subir a una montaña o acudir al Templo y ofrecer sacrificios para encontrarse con Dios y vivir en Paz con Él. Porque ya no se trata de Obediencia por Temor, de Servitud por Agradecimiento, de Sacrificio Compensatorio. No, el Niño de Belén nos trae la Noticia de que Dios nos ama con unas entrañas que hasta el momento Israel ni imaginaba. Entonces es cuando vemos que somos elegidos, predilectos... pase lo que pase, seamos como seamos. Si le tendemos la mano, siempre encontraremos la suya, abierta, cálida, acogedora, fuerte.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

EL CUERPO DEL SEÑOR


"Del cuerpo del Señor I:Dice el Señor Jesús a sus discípulos: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, ciertamente conoceríais también a mi Padre; y desde ahora lo conoceréis y lo habéis visto. Le dice Felipe: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Le dice Jesús: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me habéis conocido? Felipe, el que me ve a mí, ve también a mi Padre (Jn 14,6-9). El Padre habita en una luz inaccesible, y Dios es espíritu, y a Dios nadie lo ha visto jamás (Jn 1,18). Por eso no puede ser visto sino en el espíritu, porque el espíritu es el que vivifica; la carne no aprovecha para nada (Jn 6,64). Pero ni el Hijo, en lo que es igual al Padre, es visto por nadie de otra manera que el Padre, de otra manera que el Espíritu Santo. De donde todos los que vieron al Señor Jesús según la humanidad, y no vieron y creyeron según el espíritu y la divinidad que él era el verdadero Hijo de Dios, se condenaron. Así también ahora, todos los que ven el sacramento, que se consagra por las palabras del Señor sobre el altar por mano del sacerdote en forma de pan y vino, y no ven y creen, según el espíritu y la divinidad, que sea verdaderamente el santísimo cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo, se condenan, como lo atestigua el mismo Altísimo, que dice: Esto es mi cuerpo y mi sangre del nuevo testamento, [que será derramada por muchos] (cf. Mc 14,22.24); y: Quien come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna (cf. Jn 6,55). De donde el espíritu del Señor, que habita en sus fieles, es el que recibe el santísimo cuerpo y sangre del Señor. Todos los otros que no participan del mismo espíritu y se atreven a recibirlo, comen y beben su condenación (cf. 1 Cor 11,29). De donde: Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo seréis de pesado corazón? (Sal 4,3). ¿Por qué no reconocéis la verdad y creéis en el Hijo de Dios? Ved que diariamente se humilla, como cuando desde el trono real vino al útero de la Virgen; diariamente viene a nosotros él mismo apareciendo humilde; diariamente desciende del seno del Padre sobre el altar en las manos del sacerdote. Y como se mostró a los santos apóstoles en carne verdadera, así también ahora se nos muestra a nosotros en el pan sagrado. Y como ellos, con la mirada de su carne, sólo veían la carne de él, pero, contemplándolo con ojos espirituales, creían que él era Dios, así también nosotros, viendo el pan y el vino con los ojos corporales, veamos y creamos firmemente que es su santísimo cuerpo y sangre vivo y verdadero. Y de este modo siempre está el Señor con sus fieles, como él mismo dice: Ved que yo estoy con vosotros hasta la consumación del siglo (cf. Mt 28,20)". Con estas Palabras, Francisco nos enseña su contemplación del Misterio de la Eucaristía. Poco puedo yo añadir, o más bien nada. Sólo me motiva a escribir esto, humildemente, el hecho de haber escuchado hace dos días a un sacerdote negar la presencia real de Cristo en el Pan Consagrado. De forma que, aun queriendo tener con él la misma actitud que tuvo Francisco para con los sacerdotes, no quiero sin embargo dejar pasar la ocasión de llamar a todos a contemplar, como el Poverello, el Amor Trinitario Derramado en tan Magno Sacramento. Es el Amor que Cristo quiere que vivamos. El Ágape (para mejor profundización: http://hierogamia.blogspot.com/).

domingo, 4 de noviembre de 2007

EUCARISTÍA


Una vez que, gracias a la Palabra, nos hemos situado en la Historia de la Salvación. Una vez que hemos escuchado la Voz de Dios que nos llama a la Santidad. Una vez que hemos asimilado el Mensaje de Jesús, es el momento de prepararnos en cuerpo y alma para recibirlo en su Venida. Y no hablo de la Parusía, que ciertamente hemos de esperar, pues vendrá "como ladrón en la noche". Hablo de que Cristo, Glorioso, va a bajar como tal "al altar en manos del sacerdote". (Adm 1). Y este Misterio lo vamos a vivir en la dimensión sacrificial que le es propia. Dicha dimensión tiene como puntos de referencia Víctima, Sacrificio y Aquel a quien se ofrecen para un fin determinado. Así pues, como Cristo dejó en manos de la Iglesia el Memorial de su Cena, de forma que cuando quisiéramos recordarle y tenerlo presente entre nosotros, hiciéramos lo mismo que Él hizo con el Pan y el Vino. ¡Glorioso Misterio es que quiera quedarse con nosotros bajo la forma de dos especies el que nos ha creado y redimido! Por tanto, al acabar la Liturgia de la Palabra y haber profesado que Creemos en la Fe que esta Palabra nos ha transmitido, el Sacerdote (in persona Christi) presenta al Padre el Pan y el Vino (en una oración que debe ser suya en intimidad con Dios, no compete al Pueblo), como Ofrendas que serán Cuerpo y Sangre. Es decir, le pide al Padre que acepte el Sacrificio que después se va a realizar. Pero para ello debe serle propicia la Víctima. Como esto ya se verifica, porque se trata de su Hijo, "en quien me complazco" (Mt 17, 5), le pedimos acepte las Ofrendas por las cuales se va a ofrecer su Hijo como tal Víctima.

sábado, 3 de noviembre de 2007

LOS DIFUNTOS



Mis disculpas. Ayer no agregué nada al Blog, sencillamente porque había cogido un buen catarro. Hoy estoy mejor, y quisiera hablar un poco de la otra festividad, la que se celebró ayer: Los hermanos difuntos. San Francisco acogió a la Muerte como a su HERMANA. No le tenía miedo, ni respeto más allá de lo que presupone el hecho de que para él no era sino un paso más, el PASO. Por fin, sus anhelos se veían colmados. La unión con Dios a la que había llegado en la tierra se completaría con la unión eterna con el Absoluto, en el goce Eterno de las Nupcias del Alma amante con Jesús amado. Por eso, en los relatos de los biógrafos vemos cómo el Poverello celebra la misma Liturgia que celebró Cristo: reparte el Pan, y aunque no puede por su enfermedad, desea sin duda lavar los pies a sus hermanos, y dejarle consginas de vida en Dios. Y no pudiendo como he dicho lo primero, les da lo segundo. Les dice cómo llegar a la Unión con Cristo por la Pobreza, y les predica además muchas otras y santas palabras. Si leemos el Evangelio de Juan, nos damos cuenta de que Francisco viene a seguir ahora el mismo itinerario de Jesús, tanto como lo ha seguido a lo largo de su vida.


"Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar. ¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!: bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu Santísima Voluntad, porque la muerte segunda no les hará mal". Es un canto. El canto de un Trovador, de un enamorado de la Eternidad.

jueves, 1 de noviembre de 2007

TODOS LOS SANTOS

Un breve paréntesis para hablar de la Festividad de hoy. En general, cuando vamos a Misa o meditamos acerca de esta festividad, incidimos mucho en que hoy se recuerda a los santos no canonizados, a los que la Iglesia no tiene en el elenco, y poca cosa más se nos suele decir. Al menos esa es mi experiencia. Por eso, quisiera incidir en algo distinto: en el hecho de la Santidad como Objetivo alcanzable por todos, en primer lugar. En segundo lugar, en que cada cual evalúe hasta qué punto desea alcanzar la santidad, que no consiste por cierto en una vida de tipo angelical, sino en la Identificación y Unión con Cristo aquí en la Tierra.
¿Por qué recalco todo esto? Pues porque, en general, la Mentalidad en el seno de la Iglesia (al menos a nivel de Fieles, Sacerdotes, Religiosos...), a pesar de la irrupción de tantas nuevos carismas en los últimos tiempos, es que la Santidad está muy bien para aquellos que la han recibido de Dios como un Don Especial, y que no debemos ni atrevernos a pensar en querer serlo. No olvidemos que Cristo es la Palabra del Padre, y dejó un camino a seguir para quien quisiera unirse a Él en la Vida de Hijo. Quienes reconocemos hoy santos, son los que, de una forma u otra, han llegado a esta Unión, ya sea más o menos perfecta.
Debemos preguntarnos a nosotros mismos hasta qué punto queremos ser santos, o sea, hasta qué punto deseamos, en esta vida, Unirnos en Cuerpo y Alma al Jesús-Cristo, o sea, al Hijo Hombre que vivió como uno más de nosotros estableciendo signos, y al Jesús Ungido por el Espíritu en la Resurrección: el Cristo. Unidos a Él en la dimensión humana reflejaremos a los demás la Pobreza y el Amor de Dios. Y llegaremos al Estado de Vida en el Espíritu, por la cual seremos "Luz para ejemplo de otros".