BUSCADOR CATÓLICO

miércoles, 21 de noviembre de 2007

PROVIDENCIA

Leyendo el pasaje del Capítulo de las Esteras (Flor 18) no puede uno menos que emocionarse, contemplando la santidad de la vida de aquellos hermanos ocupados sólo de Dios, supremo afán de sus vidas y al cual se habían consagrado. Allí reunidos, conformaban un bello espectáculo espiritual: conversaciones sobre Dios, Caridad llevada a la práctica, oración, recogimiento, silencio... DIOS. Sí, Dios habitaba en aquella explanada de Santa María. El Espíritu soplaba, dando vida dichosa a aquellos varones de Cristo. Se narra también que el Cardenal Hugolino, guiado por humana prudencia, temía por el bienestar corporal de tantas personas. Y Francisco, cual Jesús en el pasaje de Jn 6, confía en el Padre, dando de comer, de nuevo, a cinco mil personas (cf. Jn 6, 10). Y los frutos de tal confianza en la Providencia fueron muchos y variados: Fraternidad entre los hermanos, Caridad de las ciudades vecinas, y hasta lo que podríamos considerar, si no de forma, sí en esencia, el Voto de Pobreza de Santo Domingo. La edificación espiritual allí sería tal, que sería digno de ver. ¿Os imagináis cinco mil hombres en silencio, oración, caridad... y repartiéndose comida para que ninguno pasara hambre? Qué escena, ver llegar aquellos jumentos y carros llenos de Amor Paternal de Dios. El Testimonio de aquellos franciscanos sería brutal, para que tanta gente se acercara. La vida del cielo se había acercado, en primicias, a aquella explanada. EL Yo no existía, tampoco la dispersión mundana, ni nada que pudiera hacer pensar en otra cosa que no fuera Dios y sus santos preceptos. Ojalá con nuestras vidas pudiéramos recrear, yendo en pos de Jesús, esta escena, y dejar que Él nos alimentara con Pan y Sangre de Vida Eterna.

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