BUSCADOR CATÓLICO

lunes, 31 de diciembre de 2007

FECUNDIDAD


Deseo que este Nuevo Año sea Espiritualmente Fecundo: que nuestra relación con Dios se traduzca, como María y Francisco nos enseñan con su ejemplo, en "Frutos Dignos de Penitencia" (1 CtaF 4). Que nuestras obras, nuestras palabras... enseñen a los demás dónde está Dios: en la Caridad y la Misericordia, en buscar el Bien del que tenemos al lado, de vivir fielmente nuestra vocación. Que el 2008 sea un camino de regreso a la casa del Padre. Vivamos con Dios la relación de los santos: amémosle por encima de todo, dándole preferencia, abriendo nuestro corazón a su Ser Amoroso, Encarnatorio, Kenótico. Que sepamos dejar aquello que no nos deja ir de su mano, y demos de verdad un paso hacia Él, con Él y en Él. Pidámosle que por encima deseemos "El Espíritu del Señor y su Santa Operación" (2R 10,8), para que nos modele a Imagen de su Hijo. Para ello, actuemos como Él, salgamos de nosotros mismos y busquemos al otro, busquemos su Voluntad, en cada momento y circunstancia de la vida. PACE BENE.

martes, 25 de diciembre de 2007

Los cielos, con todas las otras cosas creadas, no pueden contener a su Creador


¡¡¡"Los cielos, con todas las otras cosas creadas, no pueden contener a su Creador"!!! (Carta tercera de Santa Clara a Inés de Praga, 22). Es la Noticia con la que hoy nos despertamos, y que nos llena de Gozo en este día tan especial. Y yo me pregunto: ¿cómo pudo el Amor de Dios derramarse e incendiar de forma tan especial a una criatura? Es digno de ser meditado, profundizado, contemplado, gozado, y, sobre todo, vivido. Sí, porque de la misma manera que se derramó en María (ya lo vimos) se derrama en la Eucaristía. Así lo veía San Francisco. Y hoy, podemos contemplar, como depositarios de la mayor fortuna espiritual, a un Niño que duerme en un Pesebre, con unos padres irrepetibles: José y María, cada cual contemplando el Misterio a su manera. José, habiendo superado dudas, miedos, frustraciones... se dió, se entregó y confió en lo que le dijo el Ángel. María, tras la sorpresa inicial del encuentro con el Ángel, y su encuentro de Intimidad con Dios, encuentro fecundo como ninguno, que la introdujo en las entrañas mismas de la Trinidad, observaba y meditaba, como observa Lucas en su Evangelio. Gocemos, pues, contemplemos, saltemos de gozo, pues una Criatura Nueva ha venido al mundo, y es Dios mismo, hecho Niño. Cuánta dulzura, qué ternura, qué paz da el solo mirarle, contemplarle, pues es la Ternura de Dios encarnada. ¿Cómo no pararse y preguntarse si soy merecedor de tanta merced? No lo soy, pero esa es la Grandeza de Dios, que me ama tanto, que ha desgarrado los cielos y habita entre nosotros.

jueves, 20 de diciembre de 2007

ES ÉL


Ahora que Navidad está tan cerca, deseo que todos renovemos nuestros deseos de seguir a Dios, de buscarle en la Oración, en la Providencia, en el Amor Fraterno. Que de verdad dejemos que la Luz que desprende el Portal llegue hasta lo más recóndito de nuestra alma y limpie, con su amorosa suavidad, aquellos obstáculos que no dejan a Dios habitar en nosotros. Que, como Francisco, gocemos contemplando al Niño. Que, como María y José, nos dejemos llevar y cautivar por esa presencia que todo lo llena. La Trinidad se ha derramado en la Vida del Hombre. Acojámosla y tomemos el camino de regreso a la casa del Padre. Desandemos el camino de Adán y Eva y, Fieles como buenos Amantes de Dios, volvamos a esa Comunión con Dios y las Criaturas en la que lo normal es Hablar con Dios, que se paseará a nuestro lado, y como dice Pablo "lo veremos tal cual es". Pace Bene.

martes, 18 de diciembre de 2007

FRATERNIDAD


El hombre, por naturaleza, busca a Dios. Y esta búsqueda se desarrolla a través de un camino. En este camino no estamos solos. El Señor nos da su Gracia, la compañía de los Hermanos y su sustento espiritual. Ello nos obliga a discernir qué es lo verdaderamente importante, lo que de verdad vale la pena. Y no es otra cosa que buscar a Dios a través de su Voluntad, y procurar estar con los que nos quieren, que son los que, además, nos ayudarán a estar cerca de Dios. He aquí lo que verdaderamente importa, lo que es de verdad vida, vida en Dios: Buscar su Voluntad y buscar su Amor en la Fraternidad.

lunes, 17 de diciembre de 2007

PROVIDENCIA


Ha nevado en Mallorca. Estos días, el frío es intenso. Pensaba en cómo vivirían Francisco y los Primeros Compañeros cuando nevaba y hacía tanto frío. Porque no llevaban más que una burda tela a modo de hábito y nada de calzado. Sin embargo, no se amilanaban. Y pensaba, ¿no sería que lo que tanto hablamos de confiar en Dios ellos lo vivían hasta el extremo? Al igual que las criaturas, que nada piden, porque todo se les da, así vivían ellos, en un estado paradisíaco de comunión existencial con la Creación y, por ende, con el Creador, con Dios. Si tenemos frío, en seguida buscamos abrigo, estufas... no estamos en sintonía con la Creación. Al contrario, es como si nos agrediera, como si el "todo tiempo" nos perjudicara. Y así es: el calor nos asfixia, el frío acaba con nosotros... y como no aguantamos, buscamos remedios, protecciones. Ellos, sin embargo, se abandonaban a la Misericordia y al Cuidado del Padre: "todos los cabellos de vuestra cabeza están contados" (Mt 10, 30). El frío no los atenazaba, el hambre no los echaba atrás, porque su existencia, su alma y su cuerpo, estaban en manos del Padre, pero de verdad, sin preocuparse, sin buscar otra cosa que la Voluntad de Dios. La preocupación material la habían confiado a Dios. Y, por ello, seguramente gozaban del calor del Abrazo del Padre, del frescor de su Bondad, de la saciedad de su Presencia.

domingo, 16 de diciembre de 2007

THEOTOKOS, PERIJORESIS


Hoy quisiera compartiros algo que creo que es digno de ser meditado: María en la Trinidad, como parte activa en la Perijóresis Eterna Trinitaria. En los primeros siglos, la perijóresis era un término usado para designar la inhabitación mutua de las hipóstasis (naturalezas) divinas de una Persona de la Trinidad en las otras. Inhabitación Eterna, constante. Hoy, este término se usa en el sentido de comunicación de Amor, de relación entre Padre e Hijo por el Espíritu, de forma que el Padre engendra al Hijo, y el Hijo glorifica al Padre. Pues bien, partiendo de esta acepción del término, propongo contemplar a María como asumida por Dios en la Trinidad, de forma que ella acoge esta Actividad del Padre de Engendrar. Una criatura que, por Gracia Especial y Particularísima, entra, por haberse llegado a Ella el Espíritu, a formar parte del mismo Dios. En la Web en la que también comparto espiritualidad, hablaba de que María ha conocido íntimamente a Dios. Pues bien, esta intimidad es tan profunda, que podría decirse que María forma parte de Dios, si bien no deja de ser ella misma, en cuanto criatura finita, limitada y, por supuesto, libre de pecar o no. Es este gran Misterio, que nos remite además a la Eucaristía: si María, acogiendo al Hijo en su seno, entra en la Trinidad, cómo nosotros, al Comulgar y haber participado activamente de la Eucaristía, no vamos a formar parte de esta Vida Divina, que el Espíritu ha infundido en el Pan y en la Asamblea. Meditemos, pues, qué excelencia nos regala Dios, que no sólo se Encarna para rescatarnos, sino que además Consagra el Pan para acogernos en el seno de su Ser.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

NTRA. SEÑORA


La Virgen. La Madre de Dios. Ella, en silencio, acogió la Palabra de Dios que le transmitió el Ángel. El Amor Trinitario se desbordó en Ella, en una criatura, y engendró, como en la misma Eternidad, al Hijo. Si el Padre, por el Espíritu, engendra constantemente al Hijo a través del Espíritu, ese Amor lo derramó en el Seno de la Doncella de Nazaret. Por eso, tal y como la contemplaba Francisco, es la Criatura más Pura, el Vaso más cristalino, pues debía albergar al mismísimo Dios.

"Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres virgen hecha iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien.
Salve, palacio suyo; salve, tabernáculo suyo; salve, casa suya.
Salve, vestidura suya; salve, esclava suya; salve, Madre suya y todas vosotras, santas virtudes, que sois infundidas por la gracia e iluminación del Espíritu Santo en los corazones de los fieles, para que de infieles hagáis fieles a Dios".


Es pues, ella, la Intercesora, pues, ahora en la Gloria Eterna, ya tenía como Don en su Ser, en su Existencia Terrena, limitada, sufrida, expuesta al Pecado... la Vida Intratrinitaria.

domingo, 9 de diciembre de 2007

ENCARNACIÓN


Una misma realidad, un mismo Don, manifestado, a nuestros ojos mortales y limitados, en dos momentos, o de dos formas distintas. Sin embargo, es lo mismo. Encarnación y Eucaristía: el mismo Amor de Dios que se derrama en una criatura, se derrama ahora en el Pan y el Vino. El "resultado", la epifanía, el Sacramento, es el mismo: Jesús Encarnado, ora en el seno de María, ora en las especies eucarísticas. La Encarnación, Obra del Padre por el Espíritu, es Eterna, Constante, Vital. Dios ES AMOR QUE SE DA. Lo que nos debería sobrecoger es que se derrama en nosotros, criaturas que, por nuestros pecados, nada merecemos.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

EL ENCONTRADIZO


La oveja busca constantemente pastos buenos donde saciar su hambre y su sed. En estos pastos se halla todo lo que necesita. Así es el alma, que busca al Único que le puede saciar: Jesús, el Hijo del Hombre. Él nos da de beber; Él es Verdadera Comida y Verdadera Bebida (cf. Jn6). Acudimos constantemente a su búsqueda. Si sabemos buscar, encontramos, y Él, con su sola presencia, nos llena, nos conforta y nos da alimento para Vida Eterna. Y, si no sabemos buscar, es Él quien viene a buscarnos, como Buen Pastor que busca a la oveja que se le ha extraviado y que, desorientada, bala sin cesar, con la esperanza de ser hallada y recogida. Es, pues, el Pastor de la Misericordia, pero no sólo de una Misericordia que se compadece, sino una Misericordia Enamorada, que nos busca porque estamos perdidos sin Él, sí, pero es que Él también nos necesita (analogía impropia). Desea, con todo su Ser, Infinito, que estemos con Él, y Él en nosotros. Y así, con cada una de sus criaturas, todas predilectas, todas piedras preciosas por Él escogidas. Y, cuando, nos recoge y nos lleva, ya no nos falta nada. Lo material pasa también a segundo, tercer, cuarto o enésimo plano, porque allí, en su PRESENCIA, sólo deseamos comer de aquel Pan de Vida que multiplica Eternamente para nosotros. Nos queda disfrutar. Pero, ojo, si no entendemos bien su Señorío, su Pastoreo, e intentamos acomodarlo a nuestra conveniencia más material e humana (humana en el sentido <> de la palabra).


"Atráeme; en pos de ti correremos. El rey me ha metido en sus cámaras; Nos gozaremos y alegraremos en ti; Nos acordaremos de tus amores más que del vino; Con razón te aman". (Ct 1, 4).

lunes, 3 de diciembre de 2007

TAN LEJOS Y TAN CERCA


" ¿Quién eres tú, dulcísimo Dios mío? Y ¿quién soy yo, gusano vilísimo e inútil siervo tuyo?" (Ll 3). Con estas palabras vio rezar León a San Francisco en La Verna. Con ellas, el Poverello no expresaba sino lo que puede sentir, palpar y ver un alma del todo unida a Dios. Un alma que, ajena al espacio, al tiempo y a toda sensibilidad, ha arrobado incluso su corporeidad en la Infinitud, en el Eterno, en Dios. Nada más había en aquel momento para el Santo. Y expresaba lo que se ha llamado en alguna ocasión el "vértigo espiritual". Un alma que, al contemplar el abismo de la divinidad, no puede sino temblar, y a la vez percatarse de lo pecadora que es su condición.
"Cuando yo decía las palabras que tú escuchaste, mi alma era iluminada con dos luces: una me daba la noticia y el conocimiento del Creador, la otra me daba el conocimiento de mí mismo. Cuando yo decía: «¿Quién eres tú, dulcísimo Dios mío?», me hallaba invadido por una luz de contemplación, en la cual yo veía el abismo de la infinita bondad, sabiduría y omnipotencia de Dios. Y cuando yo decía: «¿Quién soy yo», etc.?, la otra luz de contemplación me hacía ver el fondo deplorable de mi vileza y miseria". Así explica el Poverello su experiencia a León. Y es que, cuando rezamos y tratamos de adorar a Dios, no podemos sino percibir, con nuestra experiencia tan lejana, al menos en mi caso, de la de Francisco, que Dios es Eterno, Altísimo, Inalcanzable y que, sin embargo, permanece a nuestro lado, es más, en nuestro interior más íntimo, valga la expresión. Nada es comparable a esta experiencia de sentir vivo a Dios, más allá de lo que somos, y a la vez tan dentro. Sólo queda gozarlo, y, por ende, devolverle estos dones con nuestra Fidelidad.