BUSCADOR CATÓLICO

viernes, 1 de febrero de 2008

LA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO


La Conferencia Episcopal se acaba de pronunciar. Ha arengado a todo católico y a todo buen ciudadano de pro para que vote de acuerdo a la orientación política que crea sinceramente que más respeta y vela por los derechos básicos y la dignidad moral del hombre. Valoran los obispos la diversidad de partidos, y la militancia de los católicos en ellos. No ponen peros a ninguno. Sólo a aquellas leyes, sistemas educativos y planteamientos sociales (por mayoritarios que sean) que, de alguna manera atentan contra la esencia del ser humano: el anhelo de felicidad plena aquí y en la Vida Eterna. Pero ZP y compañía se han sentido súper aludidos. No han soportado que la Iglesia Española se exprese libremente. Creen que se les juzga de forma inmisericorde porque se opina de forma distinta a ellos sobre, por ejemplo, la dichosa EpC. Ahogan, con sus planteamientos en pro de "derechos individuales", el ansia de Eternidad del hombre y una visión que le permita ser feliz más allá de visiones antropológicamente limitadas. No toleran que se hable en público de lo necesario que es velar por la rectitud moral, pero sí permiten a terroristas estar en ayuntamientos. Y, encima, no toleran que se hable del terrorismo. ¿Sólo ellos tienen el monopolio? ¿Les duele tanto haberse equivocado en esta materia que les escuece cuando alguien se lo recuerda? A eso se le llama no tener la conciencia tranquila. Mientras ellos han hablado con asesinos "para saber a qué atenerse", nuestros Obispos les recuerdan que con un asesino sólo cabe darles la espalda y, si se puede, una temporadita larga en prisión. Es una lástima que un partido de "progres" (progres por qué, aún no lo sé, ¿quizá por dar a los etarras cobertura política y privar a la educación de todo contenido moral?) no pueda escuchar una opinión de unas personas que, al fin y al cabo, representan a una mayoría en España. Gracias, Señores Obispos. Sigan proclamando el Evangelio con tanta valentía. San Francisco a buen seguro les ayuda desde arriba. Él fue, y es, un Santo de Iglesia, que amaba y veneraba a los Sacerdotes, Obispos, Cardenales, Papas... en función de lo que les dignifica: que consagran el Cuerpo y la Sangre de Cristo en sus propias manos. PAZ Y BIEN.

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