BUSCADOR CATÓLICO

martes, 1 de abril de 2008

QUIEN ES FIEL EN LO PEQUEÑO...

Decíamos no hace mucho que a la luz de la oración, la Eucaristía, los Sacramentos en general, la Caridad... íbiamos descubriendo lo que, para nuestra alma y para mayor Gloria de Dios, es lo mejor en cada momento, o sea, qué es más acorde en nuestra vida con la Voluntad de Dios, y cuál es nuestro camino a seguir. Y hoy estaba pensando en algo que, en nuestro día a día, ya sea tratando de encontrar nuestro camino, ya sea intentando andarlo, es muy silencioso, pero básico y orientativo: las cosas pequeñas. Esos pequeños actos, actitudes, pensamientos... que en el vivir cristiano identifican cuál es nuestra verdadera disposición de cara a Dios, y dan cuenta de nuestra madurez y equlibrio. Por ejemplo, la constancia en un tiempo de oración, en un propósito, en una penitencia, en un esfuerzo de cara a mejorar algo de nuestro ser hombre - cristiano... Pero, no nos confundamos, la fidelidad a estas "pequeñas" cosas no es un Fin, sino un Medio. No podemos ni debemos absolutizar tal o cual propósito o tal o cual medio, porque entonces lo convertimos en fin, y desplazamos al verdadero y único FIN de todos: LA PERSONA DE JESUCRISTO. San Francisco así lo vivía: su relación con Dios, tan profunda y amorosa, lo había impregnado de tanto enamoramiento por Cristo, "estaba tan pillao por Él", diríamos hoy día, que no es que tuviera propósitos o necesitara esmerarse en ello. Al contrario, estaba tan enamorado de Dios que las pequeñeces (importantes, sin duda) las vivía con naturalidad y espontaneidad. Igual que el marido que tanto quiere a su mujer que no le cuesta nada servirla y mirar por ella en detalles, cada día.