BUSCADOR CATÓLICO

miércoles, 18 de junio de 2008

Asís, Ciudad Santa. Creo que hasta ahora no os había hablado de ella. Es la ciudad natal de San Francisco, como sabréis. Es la misma en la que el Papa Juan Pablo II impulsó encuentros ecuménicos para rezar por la Paz. ¿Por qué? Es llamada Città della Pace, porque dió a luz y vió crecer y vivir al Santo más grande de la Historia. Un hombre que supo vivir el Paraíso aquí en la tierra, de forma que allá donde iba, allá por donde pasaba, en aquella persona con la que hablaba... dejaba un pedacito de cielo, de Dios, de Vida Eterna. Fue un Signo y, por ello, dio frutos. Tantos y tan grandes, que a día de hoy perduran. En efecto, pasear por Assisi es algo más que disfrutar los encantos de una ciudad medieval. Es sentir que Dios habita allí, que San Francisco sigue recorriendo sus calles. Es sentirte lleno de la Paz que el Poverello sembró. Es poder decir "me quedaría aquí para siempre", pero de verdad. Poco o nada echas de menos estando allá. Y es que en cada rincón, plaza, callejuela... hay alguien o algún grupo que canta, que reza, que baila, que hace "turismo espiritual" (sí, gente que visita la ciudad buscando el Espíritu Franciscano), que llora, que ríe... Es el lugar de la espontaneidad espiritual. Es cierto que hay mucho turismo de tipo cultural o de ocio, pero impera la presencia de gente que, de una forma u otra, busca a Dios. La llamada "alabad y bendecid a mi Señor" de Francisco sigue encontrando eco. Y más allá, a escasos kilómetros, la Porciunculita (hablo de la iglesita, no de la basílica), lugar Mariano y "residencia" preferida de Francisco. Lugar de la Virgen y de sus Ángeles, que rezuma Pobreza por los cuatro costados, pues poco o nada material necesita el que busca a Dios. Allí, la Virgen sigue llamando a sus hijos, y se halla la Paz que sólo en este hermoso paraje de la Umbría se puede encontrar.

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