BUSCADOR CATÓLICO

miércoles, 30 de julio de 2008

TESTIMONIO PARA VOCACIONES (II)


Continuando con el tema de ayer, es obligado hablar del problema vocacional como tal. Ante todo, y partiendo de la Concepción de Gracia Increada, hay que decir que Dios siempre, siempre, llama. Dios no puede dejar de ser como es, y continuamente derrama su Gracia sobre el hombre. Otra cosa es que lo oigamos o no. Y para oirlo, hay que relacionarse con Él. Y, si un día oyes su llamada, no le des la espalda. Sea cual sea tu vocación (todos tenemos una), responde y dile SÍ. Sin temor, como María.

Lo que pasa es que vemos que desciende el número de vocaciones. ¿Cuál es el problema? Por un lado, puede ser la falta de vida espiritual que en general padece la sociedad. Pero el otro lado del problema es cosa nuestra: el TESTIMONIO. Si somos "Luz de la Tierra", "Sal de la Tierra" no es para "ponerla debajo del celemín", sino para que "alumbre a todos los que están en la casa". Es cierto que la sociedad está impresa de laicismo, pero si no damos testimonio de la vivencia de nuestro carisma, si no reflejamos una vida espiritual, si no damos frutos por la fidelidad, entonces nadie verá nada distinto. No podemos ni debemos -no tenemos derecho- a quedarnos de brazos cruzados esperando que Dios nos ayude y la sociedad vuelva algún día a ser religiosa. No estamos aquí para eso. Los sacerdotes deben dar testimonio de su Carisma. Los Religiosos y Religiosas deben dar testimonio de una Vida entregada a Dios y a los demás, dedicada a Instaurar el Reino. Los seglares debemos hacer lo mismo. Yo, como franciscano seglar, debo dar testimonio de que vivo el Evangelio según el ejemplo de Francisco de Asís. Si no, "¿con qué la salarán?". Así pues, no es que "mira, el mundo está mal y no hay vocaciones, ¡qué desastre!" sino: ¿tú y yo, qué hacemos para que la gente se sienta atraída por Dios?

martes, 29 de julio de 2008

TESTIMONIO PARA VOCACIONES


Se habla desde hace mucho tiempo que en la Iglesia no tenemos vocaciones sacerdotales, ni a vida consagrada o religiosa. De ahí que los seglares seamos cada vez menos prescindibles, y desde Juan Pablo II sobre todo se apueste cada vez más por que tengamos una presencia activa en la Liturgia y en la vida eclesial en general.

Entre ambas realidades - falta de vocaciones a vida clerical y consagrada, y la creciente actividad de los seglares, debe quedar clara una cosa: no debe ser una mayor participación a los meros y exclusivos efectos de sustituir-suplir la carencia de sacerdotes y religiosos. Más bien debe ser la ocasión de redescubrir el papel seglar, y así lo han visto los Papas, sobre todo Juan Pablo II y Benedicto XVI. Es decir, que cada vez se ve más claro que, en la Iglesia, cada cual tenemos nuestro papel y nuestro oficio. En la Misa, por ejemplo, el Sacerdote o Sacerdotes tienen su papel, y los seglares el nuestro. Ellos, que no es poco, actúan in Persona Christi, y ofician el Sacrificio de Cristo en la Cruz, rememorándolo y trayéndolo a la Asamblea, de modo que Cristo aparece verdaderamente presente en su Cuerpo y su Sangre, y el Pueblo participa de esa Consagración, constituyendo el Cuerpo de Cristo, la Iglesia.

Hasta aquí bien, pero a lo que quería llegar y de lo que quería hablar es del problema vocacional, pero de eso hablaremos mañana. Creo que debemos reflexionar sobre el papel del seglar en la Iglesia, y que debemos abandonar la antigua y predominante concepción de que la vocación religiosa o la vocación sacerdotal están por encima o son más dignas que la vocación de seglar. Un religioso profesa votos y una Regla, y consagra su vida a su carisma, a Dios y a los demás. Un sacerdote dedica su vida a Dios y a los demás, y además tiene el papel especialísimo de administrar los sacramentos, sobre todo la Eucaristía. Por esto los quería tanto Francisco, incluso aunque fueran muy pecadores. Pero el seglar, en su familia refleja el Amor Trinitario. En el trabajo, dando testimonio de cristiano, puede llevar también a muchas almas a Dios. Igual con los amigos, en la educación de sus hijos, etc. Hablaré también otro día de las Vocaciones.

lunes, 28 de julio de 2008

FRANCESCO


lunes, 21 de julio de 2008

RELIGIÓN EN LAS AULAS, UNA NECESIDAD

Recientemente colgué una encuesta sobre las alternativas a la Religión. Dicha encuesta responde tan sólo a la necesidad de saber con qué se encontrará el alumno que no opte a la asignatura de religión. Porque hay que dejar claro que no es procedente considerar a la ética o a la filosofía como verdaderas alternativas, puesto que, según el Diccionario de la RAE, alternativa es aquello "Capaz de alternar con función igual o semejante". Y la religión cumple con una función mucho más completa y profunda que ética, filosofía o lo que se quiera poner. Aunque tampoco negaré que prefiero que se estudie ética o filosofía antes que ir al patio a jugar a fútbol. Ni que decir tiene que considerar tiempo libre o tiempo de estudio como opción es una burda manera de minusvalorar la asignatura. Con esto, aclarar el porqué de la encuesta. Y ahora, quisiera justificar, brevemente, la necesidad de la Enseñanza Religiosa:
1. La Arqueología y la Antropología tienen muy claro que los primeros vestigios de la civilización humana vienen acompañados de sus respectivos vestigios de religiosidad. Dicho de otro modo: la religión existe desde que existe el hombre.
2. Partiendo del punto primero, está claro que la dimensión religiosa no se puede ni debe obviar, por lo que ya hemos dicho, de que en toda civilización de toda época hay religiosidad. Es ésta, por tanto, dimensión esencial constitutiva del ser-humano. Por algo será, ¿no?
3. Las preguntas que más veces se ha formulado el hombre son quizá estas: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Es la cadena de preguntas que subyace en nuestro interior, seamos o no creyentes. Hay que ser un poco frívolo para no preguntárselo o para ignorar su necesidad de respuesta.
4. La Educación en la escuela trata de formar personas, en todas sus dimensiones. Así, con lo que hemos dicho, no es obviable la dimensión religiosa. Y debe también ser cubierta en la escuela.
5. La enseñanza de Religión Católica, que viene a cubrir este hueco, no es un capricho ni una prerrogativa sin más. Es que nuestra tradición cultural, en toda su extensión, tiene raíces cristianas, guste o no. (A mí me encanta). Y, por ello, nuestra búsqueda de lo religioso, en nuestra sociedad, viene a priori (repito, a priori) marcado por el cristianismo y su visión de Dios y del mundo. Por tanto, la manera que tenemos de entender la dimensión religiosa y además cristiana -que nos ha tocado vivir, - a priori- por nacimiento- es la religión católica, mayoritaria en este país durante siglos, y que por ello ha forjado nuestra tradición y dimensión cultural, social.

jueves, 17 de julio de 2008

EL EJEMPLO DE JUAN PABLO II


Hace ciertamente tiempo que falleció S.S. Juan Pablo II, Papa de feliz memoria. Fue para mí un ejemplo, sobre todo en los últimos años de su vida, dado que yo nací en 1981 y poco recuerdo realmente de su Ministerio, en comparación con la cantidad de cosas que hizo y dijo. Pues como decía, fue un ejemplo porque supo, como pocos, acoger la Cruz que sabía le mandaba el Señor. Dijo en cierta ocasión: "Cristo pudo haber bajado de la Cruz y no lo hizo", para explicar que él tampoco pensaba dimitir por muy mala salud que tuviera. Siguió trabajando, a cada momento, hasta donde sus fuerzas le permitían llegar. No le importaba el ridículo que pudiera presumirse que hiciera al caerle la baba o apenas poder hablar. No, porque, por Amor a Dios y a la Iglesia, sabía que tenía que estar allá, y así lo sintió y vivió. Los que no le entienden o no le quisieron dirán que se aferró al poder. Y yo pregunto: ¿en serio alguien con más de 80 años, enfermo de Parkinson, débil, en clara evolución negativa, que apenas puede tenerse en pie y hablar con fluidez, es capaz de tener ganas y humor de seguir siendo Papa simplemente por ocupar el puesto? Afirmar esto es ser oportunista y, si me permitís, corto de vista. O sea, que Juan Pablo II no aguantó con sus solas fuerzas, sino con las de Dios. Y amó la Voluntad de Dios, que era estar allí, entregado, gobernando la Iglesia. El Señor le necesitaba, y seguramente le pedía este esfuerzo mayúsculo. Se lo habrá recompensado, sin duda, con el Cielo.

martes, 15 de julio de 2008

ESPADA


Ayer en Misa se leyó el trozo del Evangelio en que Jesús se anuncia a si mismo como motivo de división. División por su causa, en las familias, entre amigos... Se podría resumir como la ruptura del seguidor de Cristo con el Mundo (Mundo entendido, como siempre, como lo entiende Juan: todo aquello opuesto radicalmente a Cristo, Luz que viene del Seno del Padre, y a su Palabra). En efecto, cuando Jesús, de una manera u otra, te llama a su seguimiento, se produce en tu interior, poco a poco y entre muchas cosas, un alejamiento -más o menos marcado, según cada persona, según la Vocación recibida y según la "Exigencia" que conlleve - de todo lo que entonces constituía tu mundo de relaciones, preferencias, aficiones... llevándote a veces a una ruptura total, sin más. Antes he puesto exigencia entre comillas, porque la Vocación, si es auténtica y se vive como Verdadera Llamada de Dios, nunca es una renuncia que hay que hacer, aun a costa de que no quieras o no estés preparado. No, es un camino que se inicia con la Voz de Cristo, acogida en el corazón, que cambia libre y voluntariamente, modificando la propia escala de valores y afectos, hasta poner a Cristo en la cúspide y, por ende, auténtico leif motiv de toda la existencia. Es voluntario y por ello, aunque pueda comportar sufrimiento, éste siempre será soportado por Amor y no por resignación. Y, al ir por el Camino de la Voluntad de Dios, se convierte, sin saber cómo, en Gozo.

Volviendo al tema, es Principio resabido por todo cristiano de bien que cuando te propones de corazón llevar a cabo la Voluntad de Dios, entonces la Tentación -el Maligno, el Mundo- toma partido, tratando de disuadirte. Y empieza todo por la familia. Desde luego, me apresuro a decir que un padre tratando de impedir que su hijo se vaya a misiones o a un convento actúa movido por amor de padre, y no por maldad. Sin embargo, el valor de amor familiar, o entre una pareja, o el afecto entre amigos, son valores y amores de este mundo, por mucho que lleven reflejo del Amor de Dios. Aquí radica lo que dice Jesús: que quien quiera seguirle tendrá que romper con muchas cosas del mundo -sino con el mundo-, y en ese momento, la familia, los amigos, tu novio o tu novia, etc. tratarán de impedir (no siempre, claro) que sigas ese camino. Incomprensión, falta de entendimiento, a veces maldad... que te llevan a dejar de formar parte de ese nido en el que vivías, de forma que te abandonas en los brazos del Padre. Así lo han vivido los santos, y cualquier consagrado o persona que haya iniciado un camino tras Jesús.

lunes, 14 de julio de 2008

ROMANOS 8



Rm 8, 18-24.

“Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve, no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve?”.

Este es el Texto que leíamos ayer, Domingo XV del T.O. en la Eucaristía. Hago aquí mención del mismo porque me parece muy interesante la visión que otorga del Pecado Original, de la Encarnación y Redención, y de la Parusía. En efecto, Pablo expone aquí una visión de una Creación en permanente tensión hacia la Manifestación Definitiva de Cristo. Creo que podemos hablar del texto en 3 puntos:
1. La Caída Primera, el Pecado Original, arrastró a la Creación al desorden. En efecto, el pecado lo cometió el hombre, pero, como si del hermano mayor de la Creación se tratase, arrastró a esta a un desorden existencial, desordenando también las relaciones en el Reino de la Naturaleza. Si el pecado, en si mismo, es una alteración de nuestra relación con Dios y los demás, la Creación sufre también en cierta manera este desorden. Es lo opuesto a la armonía del Paraíso, en la que los animales convivían entre sí y con el hombre, y se alimentaban de la hierba del campo. Esta es la imagen que la Biblia da del orden antes del pecado. Pero, al hacer el hombre su propia voluntad, no sólo cayó él en el desorden y el sufrimiento, sino que también la Creación padeció tal alteración. De ahí lo que dice Isaías (cap. 11): “Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá. La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja. Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano. Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar”. Sería la imagen ideal de la Plenitud de la Presencia de Yahveh entre nosotros: todo será restaurado.
2. Desde que padece este desorden, la Creación espera que se manifieste plenamente nuestra condición de hijos de Dios. ¿Qué significa esto? En primer lugar, esta referencia de Pablo nos remite a la Parusía, al momento en que Cristo vendrá y será “todo en todos”. Pero este momento, y como recalcó Juan Pablo II, nuestro Papa de Feliz Memoria, se anticiparía si la Humanidad viviera en Fidelidad a Dios y sus Mandamientos. En efecto, la Parusía no es un momento histórico que tiene que suceder y punto, sino que en buena medida lo estamos retrasando, puesto que si cumpliéramos estas palabras: “El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14,23) Cristo se manifestaría plenamente. Justamente es esto lo que nos dice San Pablo: seremos Hijos de Dios cuando cumplamos y vivamos su Voluntad. (Lo dice también Francisco en su Carta a los Fieles). Así que, de alguna manera, la Creación espera este día.
3. Y también el Espíritu gime en nosotros, esperando este momento. Sí, porque Jesús nos prometió el Paráclito, su permanente presencia, que nos impulsaría a buscar a Dios en todo momento. Y es Dios mismo quien nos da su Gracia para que le busquemos y amemos de corazón y de obras.

En resumen, en este texto, Pablo nos dice que, desde la caída, la Creación anhela recuperar su estado de Paraíso. Y que, desde la Resurrección, también nosotros podemos anhelar y buscar el retorno a casa, porque nos ha sido mostrado el Camino en Cristo Encarnado, “Muerto” y Resucitado.

lunes, 7 de julio de 2008

MARÍA, MADRE DE DIOS


Esta mañana, alguien me comentaba que no entendía por qué en la literatura Neotestamentaria no se habla más de María. Me decía: "me falta algo". Y es normal. María es la Madre de Dios, y debe tener y tiene, gracias a Dios, la devoción y el Amor del pueblo cristiano que se merece. Sin embargo, María tiene su papel en la Historia de la Salvación. Ni tiene más ni tiene menos. Ella fue escogida entre todas las mujeres para traer al mundo a Cristo. Fue ella la que, junto a José, lo crió, lo cuidó, lo educó. Lo alimentó, le vió crecer, progresar, hacerse mayor. Y tuvo que afrontar su partida. ¡Dignísimo papel el suyo! No es de extrañar, pues, el Amor que le profesamos. Además, en sí misma, es Ella objeto de meditación y comprensión espiritual y teológica. Pero, lo que decía. Su papel es el que es, y no debemos darle más, ni quitarle tampoco. Es cierto que los Apóstoles sentirían por ella una admiración y un afecto particular y especial. Es cierto que estaba con ellos, como atestiguan, por ejemplo, los Hechos de los Apóstoles. Pero en los momentos posteriores a la Resurrección, lo "rompedor", lo novedoso, lo que había llevado a Israel a un cambio irreversible de rumbo era justamente Cristo y su Resurrección. Lo demás pasaba a un segundo plano. Sin embargo, esto no quita que en la conciencia de la Iglesia quedara María como la Madre del Señor, mujer única y Santa entre las mujeres. Pero no es hasta el siglo IV en Éfeso cuando se define doctrinalmente esta conciencia común del pueblo, como reacción también a los que pretendían negar la Sagrada Naturaleza y Condición de Theotokos.

Pero, repito, a las primeras comunidades las invadía el deseo y la necesidad del seguimiento de Cristo, cuando todavía la Claridad de la Resurrección alumbraba sus vidas, llevándoles progresivamente a una ruptura con la Tradición Judaica. Así pues, los Misterios de la Vida de Jesús, empezando por su Concepción Virginal, se releyeron de viva voz y por escrito (Evangelios y demás escritos del NT). Y María tuvo entonces un sitio relevante, básico, sin el cual la Encarnación no sería posible. Pero también es justo que después de la Muerte y Resurrección del Señor la Iglesia diera cuenta de la Buena Noticia de Jesús. Y con el tiempo, gracias a Dios, la Iglesia fue tomando conciencia de quién es María, y de ahí que hoy día la veneremos tal y como la veneramos (aunque de esta evolución se debe hacer un capítulo aparte).