BUSCADOR CATÓLICO

lunes, 20 de octubre de 2008

LA NOCHE

Ayer cogí, antes de acostarme, el libro "El Hermano de Asís", de Ignacio Larrañaga, y releí el trozo en el que el autor expone la intensa y espinosa problemática a la que se enfrentó el Hermano cuando los notables y sabios de la Orden querían organización, estudios, y una regla de las ya aprobadas por la Iglesia (San Agustín, San Bernardo, etc.).
Me conmovió ver cómo la única motivación de Francisco para oponerse a toda organización, seguridad, estudio o privilegio era la Voluntad de Dios. Sí, Dios mismo le había confiado una forma de vida, y era la que se tenía que vivir a la letra, sin glosa (cf. EP 1). En efecto, Francisco sólo quería vivir la misma vida que Cristo vivió y que conocemos, el Evangelio. No había más. Me conmovió también cómo escuchaba al Cardenal Hugolino, Guardián de la Orden y representante papal a todos los efectos. Escuchaba, reflexionaba... pero no podía menos que defender la Norma y Vida que "el mismo Altísimo me reveló". Mi pregunta es si nosotros tenemos esto tan claro, y si sabemos vivir y luchar dando preferencia a lo que sabemos que Dios quiere de nosotros, o si lo hacemos a un lado y decimos "esta regla es muy dura, que la haga para él, no para nosotros". Francisco fue fiel a todo, incluso por encima de la tentación de seguridades, privilegios, estudios... ¿Somos capaces de vivir, como él, de la Providencia, cogidos de la mando de Dios?

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