BUSCADOR CATÓLICO

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Año Nuevo, Vida de Gracia



Acaba el 2008, y empieza el 2009. Semejante acontecimiento astronómico acostumbra a despertarnos la esperanza en un mejor devenir de nuestras vidas. Formulamos deseos, pidiendo a Dios que nos bendiga, que nos proteja y colme de felicidad nuestros hogares, nuestras familias, nuestro porvenir... por lo menos el del próximo año, que arranca ya.
A mí se me ocurre pedirle a Dios, para este año, lo mismo que Juan asegura ya hemos recibido "su plenitud [...] y gracia por gracia" (Jn 1, 16). En efecto, dice Jesús que "Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo" (Jn 5, 17). Nuestra Esperanza, pues, nunca puede ni debe verse truncada, porque Dios sigue operando la Creación, o sea, sigue cuidando de nosotros, velando por cada uno de sus Hijos.
En este Fin de Año, quisiera pedirle a Dios que no permita que me separe de Él, que no deje que pierda la Esperanza, que no me olvide que Él siempre está ahí, amándome, soplando su Espíritu en mi vida y en las vidas de los que me rodean.
Que me deje llenar del pleroma que es su Hijo. Que adivine en todo un Don de su Gracia, que me da la oportunidad de saber dónde y cómo debo estar, según su Divino, Sabio y Eterno Plan para mí y los que me rodean. Que mi Voluntad se identifique con la Suya, porque la Suya siempre opera, siempre crea, y la mía es débil, contingente, sujeta a ese perenne e inherente error que es el pecado. Que no me olvide de darle las Gracias por todo lo que nos ha concedido, y por lo que nos quiere conceder.
Que, como Francisco en aquella chocita humilde de San Damián, sepamos entonar un Canto de Acción de Gracias, por sus Criaturas y su Creación, a semejanza del Hijo de Dios que, en la Cruz, "entregó el Espíritu" (Mc 27, 50), y en la Resurrección Gloriosa nos dio la Vida y la Certeza Eternas.


Altísimo, omnipotente, buen Señor,tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.A ti solo, Altísimo, correspondeny ningún hombre es digno de hacer de ti mención.
Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,especialmente el señor hermano Sol,el cual es día y por el cual nos alumbras.Y él es bello y radiante con gran esplendor:de ti, Altísimo, lleva significación.
Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas:en el cielo las has formado luminosas, preciosas y bellas
Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,y por el aire, y el nublado, y el sereno, y todo tiempo,por el cual a tus criaturas das sustento.
Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,la cual es muy útil, y humilde, y preciosa, y casta.
Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,por el cual alumbras la noche:y él es bello, y alegre, y robusto, y fuerte.
Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,la cual nos sustenta y gobiernay produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amory soportan enfermedad y tribulación.Bienaventurados aquellos que las sufren en paz,pues por ti, Altísimo, coronados serán.
Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,de la cual ningún hombre viviente puede escapar.¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!Bienaventurados aquellos a quienes encontrará en tu santísima voluntad,pues la muerte segunda no les hará mal.
Load y bendecid a mi Señory dadle gracias y servidle con gran humildad.


Amén.


PACE BENE, Y FELIZ AÑO 2009.

lunes, 29 de diciembre de 2008

La Iglesia cuida de la familia

Noticia de hoy en elpais.com: La secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, ha dicho hoy que, pese a que el Gobierno "no estaba" en el acto de ayer en la Plaza de Colón de Madrid en defensa de la familia organizado por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y los movimientos eclesiales, es el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero "el que más ha hecho por la familia". "Lo paradójico es que en estos últimos años quien más ha hecho por la familia y ha apostado por que las parejas de este país tengan una ayuda cuando su hijo nace, que puedan tener un acceso a la vivienda por parte de los jóvenes o que haya una ayuda a aquellas familias que tienen problemas para pagar la hipoteca como consecuencia de la pérdida de empleo de uno de sus miembros, ha sido este Gobierno, que no estaba en esa concentración", ha recalcado Pajín. Olé!
Este Gobierno cree que los católicos no nos enteramos de la película, y está convencido de que la Iglesia habla por hablar. Con todos mis respetos a la Sra. Pajín, creo que no goza de ningún tipo de autoridad ni moral ni de otra clase para decir que han aportado a la familia. No negaré que las medidas que ha citado están muy bien, y ayudan, en efecto. Ahora bien, se olvida del divorcio exprés, de la ley del aborto que van a reformar, de las uniones homosexuales...
Es decir, ¿qué entiende este gobierno por familia? Si cree que no es más que una mera convivencia de dos progenitores con sus hijos e hijas, va bastante desencaminado. Creo que a ningún miembro (perdón Sra. Aído, o miembra) de este gabinete "progre" (se confunde progreso con revolver y poner patas arriba las entrañas de la naturaleza) le hubiera gustado tener dos papás o dos mamás - dicho sea con todo el respeto a los homosexuales -. Lo que no es respetable ni discutible es equiparar su unión a la de un matrimonio, puesto que éste, más allá de ser unión entre hombre y mujer, es, además, expresión de la auténtica complementareidad entre ambos, psicológica, sexual y afectivamente. Es una cuestión casi casi más antropológica que otra cosa. No se trata de responder a requerimientos de sectores sociales, en pro de "derechos".
No, hablando en propiedad, los homosexuales no tienen "derecho" a unirse y pretender formar una familia. Sí lo tienen, por supuesto, a amar y ser amados, a ser respetados y ayudados como cualquiera a salir adelante en caso de encontrar dificultades. Así lo expresa la Iglesia en el Catecismo (
2357-2359). Es una cuestión de base, no de qué quiero o qué me apetece y a ver si la Ley me lo permite. Es saber qué es de por si lo mejor para el hombre y para la mujer, y respetarlo y protegerlo con las armas que nos da la Democracia. No es cuestión de derechos, ni de nombres, ni de nada más que lo obvio: la unión, la reproducción como acto natural, amoroso, libre y responsable, y el cuidado de los niños es posible sólo y compete sólo a uniones heterosexuales.
La Iglesia no hace otra cosa que defender aquellos valores (que se desprenden de la Revelación y son, además, comunes a todas las culturas, por cierto, no es monopolio vaticano, ni mucho menos) que alientan la vida, la fidelidad (el PSOE aboga por el divorcio exprés, lo mal que lo pasen los hijos, o si hay posibilidad de reconciliación importa un bledo), el Amor y el Respeto Mutuo. Pero claro, siempre se la contesta de alguna manera. Hay que reconocer que, en buena parte, es debido al papel en general desafortunado de la jerarquía (no toda, desde luego) en la época de Franco. Pero el Mensaje de Jesús, la Revelación, la Gracia... son los mismos desde siempre, y siempre los defenderá, pase lo que pase.
Bien mirado, hasta me gusta que haya dicho esto el PSOE, porque ponen al descubierto que a ellos sólo les van ciertos aspectos, que todo gobierno ha cuidado, y encima van de originales y patriarcas. Lo que han hecho bien, lo han hecho bien, y punto. Pero en materia de cuidar y procurar la familia como sede de amor, crecimiento y aprendizaje, han fracasado. Sin más. Y todo por escuchar a minorías que, aunque quede bien hacerles caso, no tienen razón.
La Iglesia cuida la familia porque cuida la Vida en todas sus manifestaciones. Todo lo demás es rizar el rizo porque sí. Si la Iglesia cae mal, al menos que se atengan al por qué dice o expresa sus opiniones: Jesús, el Evangelio, sin glosa (Espejo de Perfección 1).

miércoles, 24 de diciembre de 2008

El Niño, el Niño, el Niño



La suprema aspiración de Francisco, su más vivo deseo y su más elevado propósito, era observar en todo y siempre el santo Evangelio y seguir la doctrina de nuestro Señor Jesucristo y sus pasos con suma atención, con todo cuidado, con todo el anhelo de su mente, con todo el fervor de su corazón. En asidua meditación recordaba sus palabras y con agudísima consideración repasaba sus obras. Tenía tan presente en su memoria la humildad de la encarnación y la caridad de la pasión, que difícilmente quería pensar en otra cosa.
Digno de recuerdo y de celebrarlo con piadosa memoria es lo que hizo tres años antes de su gloriosa muerte, cerca de Greccio, el día de la natividad de nuestro Señor Jesucristo. Vivía en aquella comarca un hombre, de nombre Juan, de buena fama y de mejor tenor de vida, a quien el bienaventurado Francisco amaba con amor singular, pues, siendo de noble familia y muy honorable, despreciaba la nobleza de la sangre y aspiraba a la nobleza del espíritu. Unos quince días antes de la navidad del Señor, el bienaventurado Francisco le llamó, como solía hacerlo con frecuencia, y le dijo: «Si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del Señor, date prisa en ir allá y prepara prontamente lo que te voy a indicar. Deseo celebrar la memoria del niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos (28) lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno». En oyendo esto el hombre bueno y fiel, corrió presto y preparó en el lugar señalado cuanto el Santo le había indicado.
Llegó el día, día de alegría, de exultación. Se citó a hermanos de muchos lugares; hombres y mujeres de la comarca, rebosando de gozo, prepararon, según sus posibilidades, cirios y teas para iluminar aquella noche que, con su estrella centelleante, iluminó todos los días y años. Llegó, en fin, el santo de Dios y, viendo que todas las cosas estaban dispuestas, las contempló y se alegró. Se prepara el pesebre, se trae el heno y se colocan el buey y el asno. Allí la simplicidad recibe honor, la pobreza es ensalzada, se valora la humildad, y Greccio se convierte en una nueva Belén. La noche resplandece como el día, noche placentera para los hombres y para los animales. Llega la gente, y, ante el nuevo misterio, saborean nuevos gozos. La selva resuena de voces y las rocas responden a los himnos de júbilo. Cantan los hermanos las alabanzas del Señor y toda la noche transcurre entre cantos de alegría. El santo de Dios está de pie ante el pesebre, desbordándose en suspiros, traspasado de piedad, derretido en inefable gozo. Se celebra el rito solemne de la misa sobre el pesebre y el sacerdote goza de singular consolación.
El santo de Dios viste los ornamentos de diácono, pues lo era, y con voz sonora canta el santo evangelio. Su voz potente y dulce, su voz clara y bien timbrada, invita a todos a los premios supremos. Luego predica al pueblo que asiste, y tanto al hablar del nacimiento del Rey pobre como de la pequeña ciudad de Belén dice palabras que vierten miel. Muchas veces, al querer mencionar a Cristo Jesús, encendido en amor, le dice «el Niño de Bethleem», y, pronunciando «Bethleem» como oveja que bala, su boca se llena de voz; más aún, de tierna afección. Cuando le llamaba «niño de Bethleem» o «Jesús», se pasaba la lengua por los labios como si gustara y saboreara en su paladar la dulzura de estas palabras.
Se multiplicaban allí los dones del Omnipotente; un varón virtuoso tiene una admirable visión. Había un niño que, exánime, estaba recostado en el pesebre; se acerca el santo de Dios y lo despierta como de un sopor de sueño. No carece esta visión de sentido, puesto que el niño Jesús, sepultado en el olvido en muchos corazones, resucitó por su gracia, por medio de su siervo Francisco, y su imagen quedó grabada en los corazones enamorados. Terminada la solemne vigilia, todos retornaron a su casa colmados de alegría.
Se conserva el heno colocado sobre el pesebre, para que, como el Señor multiplicó su santa misericordia, por su medio se curen jumentos y otros animales. Y así sucedió en efecto: muchos animales de la región circunvecina que sufrían diversas enfermedades, comiendo de este heno, curaron de sus dolencias. Más aún, mujeres con partos largos y dolorosos, colocando encima de ellas un poco de heno, dan a luz felizmente. Y lo mismo acaece con personas de ambos sexos: con tal medio obtienen la curación de diversos males.
El lugar del pesebre fue luego consagrado en templo del Señor: en honor del beatísimo padre Francisco se construyó sobre el pesebre un altar y se dedicó una iglesia, para que, donde en otro tiempo los animales pacieron el pienso de paja, allí coman los hombres de continuo, para salud de su alma y de su cuerpo, la carne del Cordero inmaculado e incontaminado, Jesucristo, Señor nuestro, quien se nos dio a sí mismo con sumo e inefable amor y que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo y es Dios eternamente glorioso por todos los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Aleluya.
(1 Cel 84-87).


Preciosa cita de Celano en la que se rememora el primer Belén de la Historia (como se puede ver, y en contra de lo que se cree, no porque Francisco fuera el primero en poner figuritas sino porque escenificó con paja, heno, el buey y el asno la Noche de Belén, además de gozar de la compañía de Jesús).


Pero volviendo a lo esencial y verdaderamente importante, creo que Francisco nos deja un claro mensaje para esta Nochebuena: lo importante es el Niño, es Jesús. Todo lo demás: compras, cenas, villancicos, felicitaciones... está muy bien y hay que vivirlo, pero esta vestimenta cobra sólo su real y pleno significado cuando es Jesús quien lo ilumina. Es decir, sólo cuando hemos rezado, nos hemos acercado con el corazón y el alma a Jesús, y hemos admirado, contemplado y agradecido su Misterio de Encarnación.


Lo importante, lo esencial, es que hoy podamos revivir lo que significó aquella Noche Santa. Que estemos centrados, en lo íntimo de nosotros mismos, en la Cueva, en el Pesebre. Todo es Don en la Vida de la Gracia - de eso se trata - y a cada cual Dios se le da de manera distinta, pero la intención y las ganas tenemos que ponerlas nosotros. Meditar y saborear el Amor de Belén, como hizo Francisco, nos llevará al Recién Nacido, a María, a José. Y, en definitiva, a la Navidad.
Lecturas, rezos, la Misa del Gallo... todo esto nos puede ayudar, y como mínimo seguro nos mantendrá "en la onda". Que el verdaderamente importante esta noche sea Él. Que sepampos guardarle un corazón puro, inocente, acogedor. Se trata de querer, de preferirle a Él, y no de mera sensiblería. Francisco así lo quiso, y obtuvo, como Premio, al Niño, al que pudo coger en brazos. Quizá es un Don muy grande para lo que yo merezca, pero sí pido que, al menos, me deje llevar por la misma alegría y gozo espiritual con que bendijo a sus Padres, a los pastores y a todas aquellas personas de Buena Voluntad y Sencillo Corazón que "velaban al raso". Velar, he aquí la clave para que nos halle despiertos y veamos su Luz.


Os deseo de corazón a Todos Muy Feliz Navidad, que la podáis pasar rodeados de los vuestros, y que la disfrutéis. Yo ya me dispongo a ayudar a preparar la Cena, que a las 23 tenemos la Misa del Gallo. Que el Señor os Bendiga.


Pace Bene.

martes, 23 de diciembre de 2008

Cuánta Misericordia




Cómo gozaba Francisco de la Navidad. Cómo recordaba al Niño Jesús, nacido en Belén. Y es que el Poverello estaba Enamorado de Jesús, de su Pasión, de sus Misterios, de su Vida. Atestiguan las fuentes que "La suprema aspiración de Francisco, su más vivo deseo y su más elevado propósito, era observar en todo y siempre el santo Evangelio y seguir la doctrina de nuestro Señor Jesucristo y sus pasos con suma atención, con todo cuidado, con todo el anhelo de su mente, con todo el fervor de su corazón. En asidua meditación recordaba sus palabras y con agudísima consideración repasaba sus obras. Tenía tan presente en su memoria la humildad de la Encarnación y la caridad de la Pasión, que difícilmente quería pensar en otra cosa" (1 Cel 84).
Francisco era el hombre que contemplaba la Gracia, derramada en los corazones de los hombres. Meditaba, pensaba, saboreaba a Dios. Para él, el Evangelio no era un conjunto de relatos, sino algo vivo, que le presentaba a la misma Persona de Jesús. Es cierto que había recibido mucho, pero a cambio también dio mucho, sin reservas. Su Piedad, Caridad, Humildad, Paciencia, Pobreza... fueron conformando en Francisco una personalidad profundamente humana, y un corazón fuertemente sensible, sobre todo a Dios, a su Encarnación, a su Humanidad.
No podía "pensar en otra cosa". Y cuando llegaba la Navidad, su naturaleza ante todo contemplativa le arrebataba a la máxima expresión de la Mística. Se unía a Jesús, real y auténticamente. Discurría sus Misterios, los Contemplaba, los Saboreaba, los Ponderaba. Procuraba, siempre, pensar en Dios y actúar según Dios. Por eso estaba siempre en su presencia, dejándose llevar y abrazar por su Espíritu.
Y Dios le colmaba de Gracias y Consolaciones. Mañana hablaremos de Greccio, una de las escenas con más carga encarnatoria en la vida del Pobre de Asís. Tendremos la ocasión de meditar un episodio auténticamente Navideño, que, acogido sincera y humildemente, debe llevarnos a una vivencia profunda y serena de la Noche más Santa de la Historia: aquella en la que hace 2000 años, Jesús vino a morar entre nosotros.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Assisi Nativity

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Consagración vs. Navidad


Por consiguiente, si tan grande y tan importante Señor, al venir al seno de la Virgen, quiso aparecer en el mundo, despreciado, indigente y pobre (cf. 2 Cor 8,9), para que los hombres, que eran paupérrimos e indigentes, y que sufrían una indigencia extrema de alimento celestial, se hicieran en Él ricos mediante la posesión del Reino de los cielos (cf. 2 Cor 8,9), saltad de gozo y alegraos muchísimo (cf. Hab 3,18), colmada de inmenso gozo y alegría espiritual, porque, por haber preferido vos el desprecio del siglo a los honores, la pobreza a las riquezas temporales, y guardar los tesoros en el cielo antes que en la tierra, allá donde ni la herrumbre los corroe, ni los come la polilla, ni los ladrones los desentierran y roban (cf. Mt 6,20), vuestra recompensa es copiosísima en los cielos (cf. Mt 5,12), y habéis merecido dignamente ser llamada hermana, esposa y madre del Hijo del Altísimo Padre (cf. 2 Cor 11,2; Mt 12,50) y de la gloriosa Virgen (Santa Clara, Carta I a Santa Inés de Praga, 19-24).


He aquí una profunda visión de la Navidad, de lo que es su esencia, su más íntimo significado. Clara de Asís, como Francisco, no era docta, ni tenía estudios de Teología. Tampoco era muy ducha, seguramente, en las ciencias humanas. Pero, también al igual que Francisco, sacaba su visión de Dios y su Sabiduría Espiritual de la experiencia que tenía en la Intimidad de la Oración, y del Ejercicio de la Caridad.


Este texto resume, a las claras, lo que para ella significó la Encarnación: "se hicieran en Él ricos mediante la posesión del Reino de los cielos". Es decir, el Don de la Vida Eterna. Jesús, al nacer en Belén, trajo a la Tierra la Vida que gozaba junto al Padre en los Cielos. Nos abrió las puertas a la Salvación; nos concedió el "acceso directo" al Padre. Se inauguró con él la Nueva y Definitiva Etapa de la Historia de la Salvación. Desde ese momento y hasta la Resurrección, se incuba en la Historia la posibilidad de acceder a Dios sin mediaciones. Y desde la mañana del "primer día de la semana", Israel conoce "a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios" (Jn 20, 17). Como Jesús, podemos entrar en comunión, aquí y ahora, con el Padre.


Es fácil de decir, pero muy grande y muy profundo. Es lo mismo que decir que nosotros, pobres criaturas, accedemos, por la Fidelidad y la Caridad, a la Vida Intratrinitaria. Sí, igual que Jesús. No es ninguna herejía, porque sino no tendría tampoco sentido la Eucaristía en particular, ni los Sacramentos en general. Es, por el contrario, la Buena Nueva - Evangelio -, así, sin más.
Y así lo contempla Clara, enamorada de su Esposo, "dulce huésped del alma" (Himno al Espíritu Santo). Y así se lo dice a Santa Inés de Praga: al escogerlo a Él, no sólo participa de los Bienes Eternos, sino que, además, y remitiéndose a la Natividad, es como si cogiera en brazos al Niño, como el Don más preciado y que no cambiaría ella por nada. Este texto nos pone allá, en la cueva, en aquella Noche Santa y Eterna que cambió la Historia. Nos sitúa ante la Sagrada Familia (estremece sólo pensarlo) y nos invita a hacer del Niño la máxima aspiración de nuestra vida, si acaso la única aspiración. Es aceptar el regalo, admirarse y estremecerse por Él. Es llorar de Acción de Gracias y derramar ante Él el corazón (CtaO 28).


Santa Inés, al acoger a Cristo como el Esposo de su Alma, además de entrar en la dinámica espiritual del Consagrado, adopta para sí el tesoro más preciado por los ángeles. Que en esta Navidad queramos, podamos y sepamos dejarnos iluminar por Él.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Ya queda menos


Nos quedan apenas 10 días para la llegada del Mesías. Os propongo asociarnos, como mejor podamos, a la vivencia que Francisco tuvo de la Navidad en Greccio. Jesús, Niño, se apareció. Era tanto el Amor que Francisco derramaba, que Jesús tuvo que aparecerse, inhabitando en aquella humilde cuevecita del santuario italiano.


Así lo atestigua Juan Velita, quien también declaró ver cómo Francisco cogía en brazos a ese Niño. Fue un remake espiritual (valga la expresión) del Misterio de Belén. El corazón de Francisco estaba tan lleno de Pureza, Inocencia y Amor a Dios, que fue un lugar natural de inhabitación de Dios ("y vendremos a él, y haremos morada en él").


Ojalá sepamos imitar al Poverello y vivir la Nochebuena como lo que es: la noche más Santa de la Historia.

viernes, 12 de diciembre de 2008

miércoles, 10 de diciembre de 2008

La Escatología en San Francisco (I)

En la Teología actual, al hablar del éschaton, se privilegia su aspecto profético de cumplimiento del Proyecto de Dios; se subraya la relación entre el Futuro Absoluto y el futuro histórico; se integran las dimensiones individual, social y cósmica de ese cumplimiento; se considera a las realidades últimas como situaciones existenciales. Esta es la base sobre la que debemos empezar a pensar cómo Francisco testimonió con su vida (palabras y actos) la Escatología, la Esperanza en las realidades últimas, más allá de la Muerte Corporal.
Y es que Francisco, desde la noche de Espoleto, fue un hombre que vivió la tensión entre el "ya" y el "todavía no" - tensión existente en todo hijo de Dios -, bajo la Relación tan especial que estableció con Dios. Una relación íntima, de Tú a Tú, experimentando a Dios como una realidad consistente, personal, absoluta, viva, trascendente e inmanente a la vez. Desde luego que no fue siempre así, porque Francisco tuvo que dar una serie de pasos antes de llegar a esta vida hecha oración que solemos contemplar en las biografías.
Además, en segunda instancia, esta íntima relación Francisco-Dios (en concreto, desde la escena de San Damián, Francisco-Cristo Crucificado), la traducía el Poverello en los Signos, y la prolongaba en los Sacramentos. El Pobre de Asís instauraba signos en su vida y en la de los demás: mandó a Fray Rufino a predicar desnudo; hizo a un hermano depositar una moneda sobre estiércol con la boca; cuando era invitado a comer, antes iba a pedir limosna, y la depositaba sobre la mesa y la repartía a los comensales... y tantos otros. Y hacía extensiva su relación con Cristo a la Eucaristía, en la que el Crucificado-Resucitado se le hacía verdaderamente presente; en aquellos a los que les había sido conferido el Orden Sacerdotal, también veía a Cristo y la realidad de su Reino; contemplaba también el Reino en la Creación, en los hermanos, en la Caridad...
Francisco vivía, pues, la realidad del "ya" del Reino por la presencia real y activa de Cristo, y por otro lado, esperaba en Dios la plenitud del Reino en la otra vida, después de la muerte corporal. Fue madurando en él una identificación con Jesús-Cristo por las obras y, sobre todo, el carácter oblativo que imprimió a toda su existencia. Todo iba orientado a la Mayor Gloria de Dios. Por tanto, quería que en todo momento la Voluntad del Creador se realizara en su vida, y en la vida de la Orden, de manera que gozaba del Reino en ciernes.

lunes, 8 de diciembre de 2008

viernes, 5 de diciembre de 2008

DE LA LEYENDA MENOR DE SAN BUENAVENTURA.



2.6 Una vez en que, alejado corporalmente de sus hermanos, vigilaba, como de costumbre, en oración, a eso de media noche, cuando algunos de los hermanos estaban entregados al sueño y otros a la oración, penetró por la portezuela de la habitación de los mismos hermanos un carro de fuego de admirable resplandor, sobre el que se alzaba un globo luminoso como el sol, el cual dio tres vueltas a lo largo de la estancia. Ante tal prodigiosa y refulgente visión, quedaron estupefactos los que estaban en vela, se despertaron llenos de terror los dormidos, y todos ellos percibieron la claridad que alumbraba no sólo el cuerpo, sino también el alma, pues a través de aquella luz a cada cual se le hacía transparente la conciencia de los otros. Coincidieron todos - al leerse mutuamente los corazones - en que había sido el mismo santo padre Francisco el que, transfigurado en aquella forma, les había mostrado el Señor, como que, viniendo en espíritu y poder de Elías y convertido en caudillo de la milicia espiritual, había sido constituido como carro de Israel y su auriga.

Vuelto el Santo a los hermanos, comenzó a confortarlos, hablándoles de la visión celestial que se les había mostrado; comenzó también a escudriñar los secretos de sus conciencias y a anunciarles cosas futuras; y de tal suerte comenzó a brillar por los milagros, que se hacía patente comprobar que sobre él descansaba el doble espíritu de Elías con tanta plenitud, que podían sentirse muy seguros quienes marchaban tras su doctrina y ejemplos de vida.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Profundidad Franciscana

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Adviento, tiempo de Esperanza


Pace Bene. Va quedando menos para la Navidad. Este tiempo de Adviento es un camino a recorrer. Cada año, Dios nos da la oportunidad de afrontarlo y caminarlo gozosamente. Debemos dar gracias a su Misericordia, que siempre nos deja empezar de cero y volver a sus brazos, desde el cuidado de cerdos a sus brazos; desde el hambre al banquete; desde el sentirse pecador al sentirse perdonado e hijo.