BUSCADOR CATÓLICO

martes, 27 de enero de 2009

Los Nuevos Movimientos.

El S. XX ha sido testigo del surgimiento de nuevos movimientos, nuevos carismas, que el Espíritu ha otorgado a la Iglesia para su provecho y su edificación como Cuerpo de Cristo. Han aportado aire fresco, nuevas formas de ver y entender el Evangelio, la Iglesia, el papel de los laicos, la vida sacramental...

Sin embargo, todas estas nuevas inspiraciones (Neocatecumenales, Carismáticos, Opus Dei, Focolares...) no han sido ni son acogidos por igual, ni se aprovecha toda su riqueza. En general, creo que la Iglesia (desde los papas hasta la última parroquia) han hecho un esfuerzo por comprender dichos movimientos e integrarlos en la dinámica eclesial, ya sea en Pastoral, administración de Sacramentos, Liturgia, Caridad... Todos han gozado de aprobación, y algunos de expresa predilección por parte de los Sumos Pontífices.

Lo que ocurre es que, en alguna diócesis (de España me refiero) tanto en su Consejo Episcopal, y/o en algunas de sus Delegaciones, se produce un continuo y sistemático rechazo de los mismos, en base a prejuicios, o debido al ejercicio de una política que poco tiene que ver con la Fe. No digo ni que el respectivo Obispo, ni todo el Consejo sean responsables, pero sí que hay cierto ambiente, promovido por algunos, en contra del progreso eclesial que, por otra parte, trató de impulsar el Concilio Vaticano II.

Cuesta mucho abrirse, y dejar atrás viejos esquemas, quizá porque la sociedad en que se incardina la Diócesis no puede, no quiere o no sabe aceptarlo, y eso aborta ya (no debería, pero es así) cualquier intento. O quizá se debe a que la misma Curia tiene ciertos, como he dicho, prejuicios, ideas conformadas previamente a cualquier contacto y cotejo de estas nuevas espiritualidades.

El resultado es, pues, claro: el nuevo movimiento, el que sea, no es conocido, y no es acogido ni aprovechado. Las estructuras antiguas empiezan a perder fuerza y a desestabilizarse, por no querer contagiarse justamente del aire reformador que el mismo Dios le regala en forma de Carismas Nuevos, gotas refrescantes, nuevos aires que limpian el ambiente y permiten un desarrollo más dinámico y fresco de la Vida Eclesial y Sacramental. La juventud no se acerca a Misa y los Seminarios se vacían, mientras las Misas y Seminarios de estos movimientos rebosan vitalidad.

Algunos de dichos Carismas, además, han sido otorgados por Dios a laicos, y quizá aquí esté parte del problema: en muchos sectores de la Iglesia (no en la Iglesia como tal, basta leer el Catecismo) se cree que sólo los sacerdotes pueden gobernar acertadamente, o dicho de otro modo, sólo ellos son capaces de tener y llevar adelante inicativas y proyectos, plantearse cuestiones o tratar sobre la Vida Espiritual. Los laicos, en cambio, sólo deben escuchar y abstenerse de intentar hacer algo que no controle la Iglesia Jerárquica. Este problema lo trató también el Concilio, y sabemos con qué gratos resultados.

Además, ni que decir tiene que, junto a la conformidad vaticana con la que cuentan, todos han manifestado su incondicional y absoluta adhesión al Papa, y a sus sucesores. Es más, en muchas ocasiones, su gobierno se confía a un Obispo, nombrado, lógicamente, por el Santo Padre. Son pues, movimientos católicos y romanos, y no ha lugar a la mínima sospecha de heterodoxia o no-catolicidad en sus inspiraciones, pues éstas han sido leídas, revisadas y sancionadas por Roma. Por tanto, es difícil aceptar tal política de puertas cerradas respecto a lo que suena "nuevo" y es, de alguna forma, distinto a las venerables y antiguas Instituciones u Órdenes. A mi juicio, se trata de una ruptura en la Comunión Eclesial, un no dejarse llevar por la Voluntad del Espíritu. Y eso lleva al anquilosamiento.

No pretendo juzgar a nadie, sino dar cuenta de las formas. Todos somos humanos, erramos y, sobre todo - lo más grande -, podemos rectificar. Nadie es, por ende, "malo" por cometer errores, aunque sí es materia delicada, porque compromete la vitalidad misma de la Iglesia. Es cuestión de querer. Desde luego quiero mucho a Nuestra Madre la Santa Iglesia y confío ciegamente en Ella. Pax et Bonum.

sábado, 24 de enero de 2009

La Mística Esponsal de Clara de Asís (II)

Esto es así prácticamente hasta la llegada de Francisco. El Santo de Asís inaugura una nueva espiritualidad en la Iglesia en muchos sentidos, y se recuerda sobre todo la primavera que trajo al Pueblo de Dios con su Vida de Santidad y su Renovada forma de vivir la Pobreza Evangélica.
Ésta es expresión de la profunda contemplación que el Santo hace siempre de Cristo, con el cual quiere identificarse, porque se ha enamorado de Él.
Pero quiere, desea y necesita hacer algo más en su día a día que tratar de adquirir virtudes. Se trata de recordar, imitar, y contemplar en oración la Vida del Hijo del Hombre. Pero este deseo no es algo simplón o sentimental. Es una aspiración que nace del encuentro con Cristo, Crucificado y Resucitado, en San Damián, el día que quedó su corazón llagado, como refieren las fuentes biográficas.
Y Clara, como plantita suya, recibe el Don - porque el Desposorio Místico es un Don que no todos los Consagrados logran descubrir - que su Padre Espiritual vive. Y este Don es, en esencia, el Desposorio, la Boda, la Unión del Consagrado en Cuerpo y Alma a su Esposo/a, el Señor. El Alma, desposada con el Espíritu Santo, entra en una dimensión nueva, en la que todos sus afectos, deseos, potencias... las entrega a Dios. Es la expresión más acabada de toda Consgración, paralela a la Unión Matrimonial entre los esposos por el Sacramento del Altar.
El alma consagrada, en cambio, entrega su Amor a Dios, a quien toma por Marido / Esposa, a quien ama sobre toda criatura, a quien le otorga sus preferencias, cuidados, deseos. Como el esposo por su esposa, y la esposa por su esposo, se da cumplimiento a la comunión, a la entrega mutua. Clara, al darse por Esposa a Dios, por quien hace tiempo ha tomado su elección, se despoja de todo en la Porciúncula, y desde entonces su corazón palpitará al Son del Amor de su Esposo. Cada anhelo, cada paso que de en su vida será por Él. Cada acto de Amor que lleve a cabo será por Él. Cada ayuno, vigilia, cada carta que escriba, será por Él, y llevará su Memoria, su Vivencia, el recuerdo siempre actualizado de sus encuentros amorosos con Él. Su Esposo no será alguien lejano, o a quien sólo intuir en la oración. Será una presencia viva, reconfortante, que atrapa, que consuela, que arrastra poderosamente, que da suavidad, dulzura, paz.
Nace así una nueva forma de ver, estar y hablar con Cristo. Será el inicio de una nueva era de Consagrados que seguirán a Jesús enamorados, hasta sus más íntimas fibras. Será una nueva era de Frailes, Monjas y Laicos Consagrados que darán testimonio de que la Vida Consagrada es algo más que una profesión de votos: es un encuentro vivo y real con un Dios vivo, real, personal, que se da a cada criatura como a su más preciado Esposo.

miércoles, 21 de enero de 2009

La Mística Esponsal en Clara de Asís (I)


Además, contemplando sus indecibles delicias, sus riquezas y honores perpetuos, y suspirando a causa del deseo y amor extremos de tu corazón, grita:¡Llévame en pos de ti, correremos al olor de tus perfumes (Cant 1,3), oh esposo celestial! Correré, y no desfalleceré, hasta que me introduzcas en la bodega (cf. Cant 2,4), hasta que tu izquierda esté debajo de mi cabeza y tu diestra me abrace felizmente (cf. Cant 2,6), hasta que me beses con el ósculo felicísimo de tu boca (cf. Cant 1,1). Puesta en esta contemplación, recuerda a tu pobrecilla madre, sabiendo que yo he grabado indeleblemente tu feliz recuerdo en la tablilla de mi corazón (cf. Prov 3,3; 2 Cor 3,3), teniéndote por la más querida de todas. (De la IV Carta a Santa Inés de Praga).

Este texto de Santa Clara nos deja un resumen muy clarificador de la Nueva Espiritualidad Mística y Esponsal que, primero en Francisco y luego entre los muros de San Damián, se iba gestando, para el bien de la Iglesia. Desde entonces, floreció una espiritualidad que, por ejemplo en España, se vio representada siglos más tarde en San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila (por cierto, recomiendo la película Teresa, el Cuerpo de Cristo, que refleja muy bien este tema. No entiendo por qué generó cierta polémica y malestar en algunos miembros de la Iglesia).

Es una espiritualidad basada en el Desposorio Místico entre el Alma - Amante y Dios - Amado. Es una dimensión que hasta la época no era popular, ni apenas conocida. Es cierto que en los primeros siglos de la Iglesia había jóvenes que se consagraban en Virginidad al Señor, por Amor a Él y al mundo. Lo cierto es que también se asoció, equivocadamente, la consagración esponsal sólo al género femenino. Además, una dimensión así se vio relegada mucho tiempo en la Iglesia, en favor de una Escatología en la que primaba el Fin de los Tiempos y el subsiguiente Juicio Universal, como vértice de la Esperanza Cristiana y, por ende, de todo camino espiritual que se preciara.

San Bernardo de Claraval fue el primero en fijar su mirada en la Humanidad de Cristo, especialmente en su Infancia, es decir, en la Contemplación del Dios-Niño, frágil y contingente, tan alejado de la figura de Cristo Juez que en la Iglesia se contemplaba casi exclusivamente. Se había perdido el contacto vital con la Humanidad de Cristo, su kenosis en el sentido más profundo de la Palabra, su desbordamiento de Amor en la Encarnación. Todo se guiaba según el Juicio y la Salvación o Condenación Eterna (a esta, por cierto, se la temía tanto, que era a veces el sustento y motivo fundamental de toda vida de piedad).

domingo, 18 de enero de 2009

El Nuevo Hombre, Nueva Creación

Hablábamos hace poco de la visión que tienen los Sinópticos del Bautismo de Jesús. Si bien tienen en común muchos aspectos, también es verdad que Marcos refleja una visión bastante nueva: Jesús es empujado por el Espíritu al desierto. Y decíamos que, a partir del verbo griego ekbalo se daba a entender que el Hijo de Dios, recién anunciado y constituido (dice Luis Ladaria que ontología e Historia no tienen por qué oponerse) es "desembarcado", "derramado", acción que, por su signficado, no se reduce a un ero ir al desierto, sino que se extiende a toda su Vida Pública, incluyendo Resurrección y Ascensión.

Marcos anuncia, por tanto, que Jesús empieza su Vida Pública consciente de que tiene una Misión por cumplir, y para ello acude al eremon, traducido habitualmente por "desierto" y que, sin embargo, tiene un significado mucho más prfundo y revelador: solitario, deshabitado, abandonado, indefenso, privado de. No es sólo que Jesús vaya al desierto. Es que, además, a partir de ahora, vivirá despojado, solo, sin más defensa que el Padre y el Espíritu, y así hasta su juicio y Muerte en Cruz.

Pero es que además, Jesús inicia una Nueva Creación. En efecto, una vez constituido Hijo, y al igual que Adán, es introducido en el Paraíso, solo que este Paraíso es ahora desierto, porque ahora habita en él el Diablo, por cuya instigación el hombre ha sido desterrado, y con él la Creación (Rm 8). No es más que un lugar de soledad, tentación, prueba. Y Jesús es tentado, pero es obediente al Padre. Primer paso: Jesús es el Nuevo Hombre, ahora fiel, antaño arrogante y desobediente (Gn 3). En la escena aun están los animales y los ángeles, pero es un lugar de tentación, por lo que significa que el hombre ha perdido la comunión vital con Dios.

Y Jesús va a buscar al hombre fuera del Edén, para proclamar la Buena Nueva y escoger a aquellos que, siguiéndole, volverían y harían volver a muchos a la Comunión con Dios, a través de Él mismo, el Hijo. Es la situación de pecado: Dios nos da lo que necesitamos para ser felices, pero al pecar transgredimos sus dones y su mandato, de forma que no somos ya dignos de morar en su presencia, porque hemos escogido otro camino. Y es entonces Jesús nuestro único Camino, Verdad y Vida para volver al Padre.

jueves, 15 de enero de 2009

martes, 13 de enero de 2009

¿Mujeres sacerdote? Va a ser que no

Saco a colación el tema de la Ordenación de mujeres porque, la verdad, hacía tiempo que quería comentarlo. Si alguien se pregunta si algún día las mujeres podrán decir Misa, la respuesta, por ahora (quien sabe en el futuro) es clara: va a ser que no.

Y ello por muchas razones. La primera y más importante, es que el Vaticano, desde luego - y motivos no faltan -, no está por la labor. Claro que, a partir de aquí, se da vía libre a todo tipo de opiniones, conjeturas, teorías, críticas, alabanzas, dimes y diretes acerca del machismo vaticano.

Lo cierto es que los motivos por los que una mujer no administra Sacramentos son muchos y variados, y a veces surgen como respuesta a los requerimientos de la sociedad en los diferentes tiempos y lugares - no se trata de un oficio al que las mujeres tengan o dejen de tener derecho -. Otros se fundamentan en la Tradición - en toda la Historia de la Iglesia, jamás se ha planteado ni se ha llevado a cabo una ordenación femenina -. Y otros, ya son más teológicos y elaborados.

En estos quisiera detenerme, en especial en uno: Jesús pasó por el mundo instituyendo signos, y si no instituyó un sacerdocio femenino, o no dio pie a que pudiera originarse, no hay más que discutir, puesto que Él lo dejó claro.

Desde luego, la Iglesia, posteriormente, ha hecho cosas que Jesús ni hizo ni propuso, ni parecen desprenderse del Evangelio. Pero unas ha sido por revelación, y las que han sido por cuenta de la Iglesia, estarán mal unas y bien otras. Lo que importa es si son o no acordes con el Evangelio. Por tanto, dos cosas: el sacerdocio no es un derecho, sino un Don; y el sacerdocio como tal es una realidad tan densa, que no es reductible a debates de tipo sexista.

En efecto, el Sacramento del Orden introduce al que lo recibe en la función más profunda y significativa de Cristo, por la que además se llevó a cabo la Redención. Cristo, en efecto, intercedió, se ofreció, se consagró a si mismo. Y si para perpetuar este Ministerio tan serio y tan profundamente trinitario no escogió mujeres, sino que se rodeó de hombres que luego, a la Luz de la Memoria del Maestro y por el impulso de Pentecostés lo continuaron, no podemos pretender que Él se equivocó, o que se equivocaron los Apóstoles - la Iglesia Primitiva -, iluminados por el fogonazo de Pentecostés y la Memoria aun muy viva de Cristo. Si no se lo plantearon, es que no estaba en el Plan de Dios, al menos en aquel momento y hasta ahora.

Otro dato curioso: entre todas las santas, las místicas que han estado tan unidas a Jesús, ninguna ha declarado nada, ni en un sentido ni en otro, sobre el tema. Ninguna, de forma que tampoco era su preocupación. Por tanto, dejemos que la Providencia disponga lo que considere, y si un día cree oportuno que se ordenen, ya se verá. A día de hoy, va a ser que no.

viernes, 9 de enero de 2009

La Vida de los Hermanos Menores (II)

Por tanto, la Regla de los Hermanos Menores es sencillamente la Regla del Evangelio. En cuanto a la Pobreza, sin embargo, quisiera referir algo, que es la novedad franciscana en la concepción, aplicación y vivencia colectiva e individual de este voto.

Regla de San Benito (año 540):

Capítulo XXXII, LAS HERRAMIENTAS Y OBJETOS DEL MONASTERIO
1 El abad confíe los bienes del monasterio, esto es, herramientas, vestidos y cualesquiera otras cosas, a hermanos de cuya vida y costumbres esté seguro, 2 y asígneselas para su custodia y conservación, como él lo juzgue conveniente. 3 de estos bienes tenga el abad un inventario, para saber lo que da y lo que recibe, cuando los hermanos se suceden en sus cargos.
4 Si alguien trata las cosas del monasterio con sordidez o descuido, sea corregido, y si no se enmienda, sométaselo a la disciplina de la Regla

Se aprecia que el monasterio goza de bienes, que reserva para proveer al mismo monasterio y a los monjes en lo necesario, tanto para el sustento como para el trabajo diario.

Regla de San Agustín (poco después del 391) :

5. Los que tenían algo en el siglo, cuando entraron en la casa religiosa, pónganlo de buen grado a disposición de la Comunidad. 6. Y los que nada tenían no busquen en la casa religiosa lo que fuera de ella no pudieron poseer. Sin embargo, concédase a su debilidad cuanto fuere menester, aunque su pobreza, cuando estaban en el siglo, no les permitiera disponer ni aun de lo necesario. Mas no por eso se consideren felices por haber encontrado el alimento y vestido que no pudieron tener cuando estaban fuera.

Igual que en la Regla de San Benito (o mejor la de San Benito igual que ésta) la casa religiosa dispone de bienes propios, que maneja y dispone en bien de su propio mantenimiento y de los monjes en particular. Se llama, asimismo, a un espíritu de pobreza particular: Mas no por eso se consideren felices por haber encontrado el alimento y vestido que no pudieron tener cuando estaban fuera.

San Bernardo reformó la Orden Cisterciense y preconizó para la misma más sobriedad, dándole un nuevo impulso, reorientando la Regla de San Benito, que dicha Orden había tomado.

Sin embargo, Francisco expone lo siguiente en los Capítulos I y II de la Regla:

La regla y vida de los hermanos menores es ésta, a saber, vivir en obediencia, en castidad y sin nada propio.Si alguno, queriendo por inspiración divina tomar esta vida, viene a nuestros hermanos, sea recibido benignamente por ellos. Y si está decidido a tomar nuestra vida, guárdense mucho los hermanos de entrometerse en sus negocios temporales, y preséntenlo a su ministro cuanto antes puedan. El ministro, por su parte, recíbalo benignamente y confórtelo y expóngale diligentemente el tenor de nuestra vida. Hecho lo cual, el susodicho candidato, si quiere y puede espiritualmente y sin impedimento, venda todas sus cosas y aplíquese con empeño a distribuirlas todas a los pobres. Guárdense los hermanos y el ministro de los hermanos de entrometerse en absoluto en sus negocios; y no reciban dinero alguno ni por sí mismos ni por medio de persona interpuesta. Sin embargo, si se encuentran en la indigencia, por causa de la necesidad pueden los hermanos recibir, como los demás pobres, las cosas necesarias al cuerpo, exceptuado el dinero. Y cuando el candidato regrese, el ministro concédale para un año las ropas del tiempo de probación, a saber, dos túnicas sin capilla, y el cordón y los paños menores y el caparón hasta el cordón. Y finalizado el año y término de la probación, sea recibido a la obediencia. Después no le será lícito entrar en otra religión, ni «vaguear fuera de la obediencia», conforme al mandato del señor papa y según el Evangelio; porque nadie que pone la mano al arado y que mira atrás, es apto para el reino de Dios (Lc 9,62). Y si viniera alguno que no puede dar sus bienes sin impedimento, pero tiene voluntad espiritual, que los deje y le basta. Ninguno sea recibido contra la forma e institución de la santa Iglesia.
Mas los otros hermanos, los que ya prometieron obediencia, tengan una túnica con capilla y otra sin capilla, si fuera necesario, y cordón y paños menores. Y todos los hermanos vístanse de ropas viles, y puedan reforzarlas de sayal y otros retazos con la bendición de Dios; porque dice el Señor en el Evangelio: Los que visten de ropa preciosa y viven en delicias y los que se visten con vestidos muelles, en las casas de los reyes están (Lc 7,25; Mt 11,8). Y aunque se les llame hipócritas, no cesen, sin embargo, de obrar bien, y no busquen vestidos caros en este siglo, para que puedan tener un vestido en el reino de los cielos.


En base a los textos que ayer comentábamos, y a su propia experiencia de conversión y, sobre todo, del Crucificado, Francisco sabía que la Orden que nacía debía evitar poseer cualquier bien. Para ello, siguiendo a la letra el Evangelio, manda que el que quiera entrar venda sus bienes, y distribuya el dinero a los pobres. Por tanto, he aquí la novedad: la fraternidad no dispone de bienes para disfrutar en común, sino que se dispone, como cada hermano en particular, a vivir de la limosna y del trabajo, no aceptando nunca dinero, sino sólo limosna en forma del alimento necesario para el día, sin reservar tampoco para el mañana. Por tanto, es fácil apreciar cómo la Regla - al menos la No Bulada, que es en la que nos basamos -, está escrita en función del Evangelio, sin más, y a la vez dotada de la sabiduría humana y espiritual del Pobre de Asís.
Esta aparente inseguridad material, que confiaba el sustento diario a la Fe en la Providencia, generó problemas en el seno de la Orden, sobre todo cuando ésta empezó a crecer, y gente letrada e intelectual empezó a formar parte de ella, propugnando el retorno a las reglas antiguas, que aseguraban un fondo material (cf. EP 1).


Pero Francisco lo tenía muy claro:

Hermanos míos, hermanos míos: Dios me ha llamado por el camino de la sencillez y de la humildad y me ha manifestado que éste es el verdadero camino para mí y para cuantos quieren creer en mi palabra e imitarme. Por eso, no quiero que me mentéis regla alguna, ni de San Benito, ni de San Agustín, ni de San Bernardo, ni otro camino o forma de vida fuera de aquella que el Señor misericordiosamente me mostró y me dio. Y me dijo el Señor que quería que fuera yo un nuevo loco en este mundo; y no quiso conducirnos por otro camino que el de esta ciencia. Mas, por vuestra ciencia y sabiduría, Dios os confundirá. Y yo espero que el Señor, por medio de sus verdugos (EP 67), os dará su castigo, y entonces, queráis o no, retornaréis con afrenta a vuestro estado. (EP 68).

Queda claro, pues, que Francisco no considera su Regla mejor que ninguna, sino la que le ha sido dada, y que es la que hay que vivir, sencillamente. "Un nuevo loco", un nuevo cristiano -en el sentido integral de la palabra -, que quiere vivir lo que se le ha regalado vivir. No importa el número de hermanos, sino la Voluntad Providente de Dios. Francisco, no en vano, decía siempre:

No necesito de muchas cosas, hijo; sé a Cristo Pobre y Crucificado (2C 105).


Y es que la espiritualidad franciscana no es sino una actualización permanente, y vivencia real del Evangelio, tal cual, "sin glosa" (EP 1), sin quitar ni añadir nada. De esta forma de entender la Buena Nueva dan fe las Biografías del Poverello.

En resumen, la Pobreza Franciscana es revolucionaria, porque, si bien ya había movimientos que de alguna manera vivían en actitud mendicante, Francisco la pone como base y foco que ilumina toda su espiritualidad. Es decir, no es un compartimento separado. Es una expresión más de su literalidad evangélica.

miércoles, 7 de enero de 2009

La Vida de los Hermanos Menores (I)

"La regla y vida de estos hermanos menores es ésta, a saber, vivir en obediencia, en castidad y sin nada propio". (1 R, 1).

He aquí la expresión concreta de lo que el corazón de Francisco sentía y sabía sobre la Vida Consagrada en general, y sobre el Carisma de su Orden en particular. El Poverello sabía muy bien qué era lo que el Señor le había pedido, y ante lo que había exclamado: "Esto es lo que ansío cumplir con todas mis fuerzas". (TC 25). En efecto, el Señor, a través del Evangelio (que luego sería la columna vertebral de su espiritualidad y Forma de Vida), le había pedido que no lleven para el camino ni oro ni plata, ni alforja o zurrón, ni pan ni bastón, y que no usen calzado ni dos túnicas (TC 25). En ese momento, Francisco comprendió, de verdad, lo que el Señor quería de él, Francisco, en concreto. Desde entonces cambió el porte interior y exterior:
Y, grabadas en la memoria cuantas cosas había escuchado, se esforzó en cumplirlas con alegría: se despojó al momento de los objetos duplicados y no usó en adelante de bastón, calzado, zurrón o alforja; y, haciéndose él una túnica muy basta y rústica, abandonó la correa y se ciñó con una cuerda. Adhiriéndose de todo corazón a las palabras de nueva gracia y pensando en cómo llevarlas a la practica, empezó, por impulso divino, a anunciar la perfección del Evangelio y a predicar en público con sencillez la penitencia. Sus palabras no eran vanas ni de risa, sino llenas de la virtud del Espíritu Santo, que penetraban hasta lo más hondo del corazón y con vehemencia sumían a los oyentes en estupor. (TC 25).


Como queda dicho, es un primer paso: Francisco sabe cómo debe vivir en adelante, pero siempre en una dimensión individual. Un paso ulterior y más profundo se da cuando Bernardo y Pedro le piden seguir su ejemplo y forma de vida. Nos dice la Leyenda de los Tres Compañeros 28: Se levantaron, pues, muy de mañana y con otro señor llamado Pedro, que también quería hacerse hermano, fueron a la iglesia de San Nicolás, junto a la plaza de la ciudad de Asís. Entraron en ella para hacer oración; y como eran simples y no sabían encontrar el lugar donde habla el Evangelio de la renuncia del siglo, suplicaron al Señor devotamente que, a la primera vez que abrieran el libro, se dignara manifestarles su voluntad. No se trata, pues, de buscar un pasaje para meditar así una forma de vida supuestamente concebida, puesto que hasta ahora sabía Francisco que era para él, no para los demás. Se trata, por el contrario, de saber qué quería el Señor para Pedro y Bernardo, que quieren seguirle.

Y Cristo les manifiesta su Voluntad al abrir el Evangelio tres veces: Terminada la oración, el bienaventurado Francisco tomó el libro cerrado y, puesto de rodillas delante del altar, lo abrió, y a la primera vez le salió este consejo del Señor: Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo (Mt 19,21).Descubierto esto, el bienaventurado Francisco se alegró íntimamente y dio gracias a Dios. Pero, como era muy devoto de la Santísima Trinidad, se quiso confirmar con un triple testimonio, abriendo el libro segunda y tercera vez. La segunda vez le salió esto: Nada llevéis en el camino, etc. (Lc 9,3). Y en la tercera: Aquel que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, etc. (Lc 9,23).

Por tanto, el Señor ha hablado, inequívocamente, para ellos igual que para Francisco: seguir la forma de vida que Cristo siguió, y encarnar en su vida la literalidad del Evangelio. Irán descubriendo paulatinamente la profundidad de tal llamada, pero una cosa queda clara: Jesús los quiere separados del mundo, buscando el Reino por medio de la entrega de su cuerpo y su alma.

Dicha entrega se configura por los tres votos o consejos evangélicos. Éstos son, a su vez, expresión de la entrega de las tres libertades o potencias principales del hombre: la voluntad (obediencia), para que se identifique con la Voluntad de Dios, para dejarse llevar por Él, para ser libre y dejar que Él guíe el camino del hermano (Así, pues, dijo al hermano Pedro Cattani, a quien tiempo atrás había prometido obediencia: Te ruego por Dios que confíes tus veces para conmigo a uno de mis compañeros, a quien pueda obedecer con la misma entrega que a ti. Sé, añadió, el fruto de la obediencia y que para quien doblega el cuello al yugo de otro no pasa un instante sin ganancia); la sexualidad y la afectividad (castidad), de forma que por Amor a Dios el hermano lo constituye como su único Amante, su Esposo, único ser amado al que le otorga todo su tiempo y anhelos más profundos, y del que no se quiere desprender jamás, porque justamente está enamorado de Él; los bienes, materiales y/o espirituales (pobreza), porque todo se lo da, y de nada quiere disponer por si mismo, sino siempre dejarse sostener por la Providencia del Padre, que cuida de los suyos, los alimenta y sostiene.

lunes, 5 de enero de 2009

Esta noche es Fiesta

Sí, porque celebramos que vienen los Reyes. Más allá de una ilusión infantil, es un hecho del que podemos extraer gran significado teológico y espiritual.
Los Reyes le portaron al Niño dones, materiales a la vez que muy simbólicos. No entraré en esto, sino que me conformo, por ahora, en observar el hecho de que todos los pueblos rindieron homenaje a Jesús. Los romanos, como dice José en Jesús de Nazaret: "incluso Augusto obedece a Dios"; los judíos, los más sencillos, cuando acuden a adorarlo, movidos por el anuncio del Ángel; los paganos, representados en los Reyes, seguramente dos años después del Nacimiento del Niño.

A nosotros nos pueden traer, aun hoy, dones espirituales. Los veo como a tres santos, que pueden interceder como cualquier santo por nosotros ante Dios, y procurarnos algún regalillo para el alma. Sí, su figura de gente que reparte regalos ha quedado ya para todas las generaciones y todas las épocas, y nadie les quitará ya este "san Benito". Así que podemos aprovechar, y que en esta noche santa nos traigan lo que Dios más sabe que nos conviene para nuestro crecimiento espiritual y, por ende, para nuestra Salvación.
PACE BENE.

viernes, 2 de enero de 2009



Prestad especial atención a los celos de Pablo. Nada más lejos de la realidad.