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sábado, 24 de enero de 2009

La Mística Esponsal de Clara de Asís (II)

Esto es así prácticamente hasta la llegada de Francisco. El Santo de Asís inaugura una nueva espiritualidad en la Iglesia en muchos sentidos, y se recuerda sobre todo la primavera que trajo al Pueblo de Dios con su Vida de Santidad y su Renovada forma de vivir la Pobreza Evangélica.
Ésta es expresión de la profunda contemplación que el Santo hace siempre de Cristo, con el cual quiere identificarse, porque se ha enamorado de Él.
Pero quiere, desea y necesita hacer algo más en su día a día que tratar de adquirir virtudes. Se trata de recordar, imitar, y contemplar en oración la Vida del Hijo del Hombre. Pero este deseo no es algo simplón o sentimental. Es una aspiración que nace del encuentro con Cristo, Crucificado y Resucitado, en San Damián, el día que quedó su corazón llagado, como refieren las fuentes biográficas.
Y Clara, como plantita suya, recibe el Don - porque el Desposorio Místico es un Don que no todos los Consagrados logran descubrir - que su Padre Espiritual vive. Y este Don es, en esencia, el Desposorio, la Boda, la Unión del Consagrado en Cuerpo y Alma a su Esposo/a, el Señor. El Alma, desposada con el Espíritu Santo, entra en una dimensión nueva, en la que todos sus afectos, deseos, potencias... las entrega a Dios. Es la expresión más acabada de toda Consgración, paralela a la Unión Matrimonial entre los esposos por el Sacramento del Altar.
El alma consagrada, en cambio, entrega su Amor a Dios, a quien toma por Marido / Esposa, a quien ama sobre toda criatura, a quien le otorga sus preferencias, cuidados, deseos. Como el esposo por su esposa, y la esposa por su esposo, se da cumplimiento a la comunión, a la entrega mutua. Clara, al darse por Esposa a Dios, por quien hace tiempo ha tomado su elección, se despoja de todo en la Porciúncula, y desde entonces su corazón palpitará al Son del Amor de su Esposo. Cada anhelo, cada paso que de en su vida será por Él. Cada acto de Amor que lleve a cabo será por Él. Cada ayuno, vigilia, cada carta que escriba, será por Él, y llevará su Memoria, su Vivencia, el recuerdo siempre actualizado de sus encuentros amorosos con Él. Su Esposo no será alguien lejano, o a quien sólo intuir en la oración. Será una presencia viva, reconfortante, que atrapa, que consuela, que arrastra poderosamente, que da suavidad, dulzura, paz.
Nace así una nueva forma de ver, estar y hablar con Cristo. Será el inicio de una nueva era de Consagrados que seguirán a Jesús enamorados, hasta sus más íntimas fibras. Será una nueva era de Frailes, Monjas y Laicos Consagrados que darán testimonio de que la Vida Consagrada es algo más que una profesión de votos: es un encuentro vivo y real con un Dios vivo, real, personal, que se da a cada criatura como a su más preciado Esposo.

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