BUSCADOR CATÓLICO

jueves, 11 de junio de 2009

Entender y vivir la Misa (III): Última Cena-Cruz-Resurrección

Última Cena, Pasión, Muerte y Resurrección conforman una única realidad sacramental, y constituyen la esencia de la Eucaristía.

- En la Mesa, el Señor reparte a los discípulos el pan y el vino, acompañados de las Palabras "Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío. De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros" (Lc 22, 19-20). Con ello hace principalmente tres cosas: una, garantizar su Presencia continua a través del Pan y el Vino (cosa que sólo es comprensible con la Cruz y la Resurrección), y la segunda, declarar una Nueva Alianza en mi sangre, es decir, lo viejo ya no vale para llegar a Dios, ahora todo pasa por Él, por el Hijo, por su Sacrificio (esto tampoco lo entenderían hasta Pentecostés). La tercera, constituye la verdadera comunidad o Iglesia: reunión de hermanos alrededor de la Mesa, en disposición y actitud de servicio y entrega mutuos.

- Al exhalar el Espíritu en la Cruz (Jn 19, 30), Jesús, el Hijo, vuelve al Padre. Ahora vendrá el Paráclito, tal como prometió. Pero es que ahora que se ha ido, descenderá al Pan y al Vino en las manos del sacerdote por las Palabras que constituyen el memorial ("este es mi cuerpo... esta es mi sangre") y por el Espíritu que, derramado una vez en la Cruz-Resurrección, hace presente verdaderamente al Hijo, en cuanto Ofrecido en Sacrificio Redentor (expía los pecados) agradable al Padre (Pan y Vino - Cuerpo y Sangre - Sacrificio Total). La donación mutua del Espíritu entre Padre e Hijo se actualiza en el Sacrificio de la Misa, puesto que Cristo mismo instituyó tal signo, tal sacramento. Nos deja no sólo un recuerdo y unas palabras bonitas, sino una presencia activa, constante, real, total. El Cordero puede ser comido una y otra vez, gracias a la nueva Sacramentalidad inaugurada por Cristo en la Encarnación.

Por tanto, la Última Cena encuentra plenitud y cumplimiento una vez Cristo exhala el Espíritu y resucita. Y es a partir de esas manifestaciones del Resucitado que los primeros cristianos celebran la fracción del pan (así se llamaba al principio).