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miércoles, 21 de septiembre de 2011

Mateo, llamado por Jesús, llamado por el Espíritu

El Evangelio de hoy ilustra perfectamente lo que es una vocación. Sin embargo, corremos el riesgo de quedarnos solamente en la frase "ven y sígueme", y verla sólo desde fuera y no percibir, por tanto, el profundo movimiento pneumático que contiene y por el cual son suscitadas dicha llamada y dicha vocación.
Efectivamente, a lo largo de los Evangelios, y en especial el de Juan, podemos apreciar que Jesús, cuando habla, no se limita a emitir sonidos e interpelar, corregir, denunciar o anunciar. Jesús, cuando habla, transmite el Espíritu. Por eso a Mateo pudo producirle un "efecto" tan inmediato, tan fuerte, tan revulsivo. ¿Cómo, si no es por el Espíritu, se puede llegar al corazón de una persona que se halla en una situación moralmente inaceptable, que se está "forrando", que hace lo que quiere... y provocar que lo deje todo, tal cual, y se vaya tras Jesús, sin más seguridad que la de la Llamada recibida?

Jesús dice en Jn 17, 1-3: 

Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar.

El Padre glorifica al Hijo, y el Hijo glorifica al Padre. ¿Cómo?: dando Vida Eterna por el conocimiento del Padre; llevando a cabo su obra, que le encomendó realizar. 

Y en Jn 17, 6-7:

He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti.


Jesús manifiesta el nombre del Padre a los hombres que el Padre le ha dado, sacándolos del mundo. Son del Padre y el Padre se los da al Hijo. Cuando el Hijo les da a conocer al Padre y les da Vida Eterna, ellos guardan su Palabra (LA Palabra) y saben que el Hijo les da lo que recibe del Padre. Es decir, que por el Hijo y por lo que el Hijo revela saben quién es el Padre y quién es el Hijo, y que el Hijo da Gloria al Padre transmitiéndonos la Vida Eterna y el conocimiento de Dios.

Este movimiento Padre-Hijo-Padre viene dado, siempre, en la inmanencia Trinitaria, por el Espíritu. Es Él quien transmite el Amor entre las otras dos Personas. Por tanto Jesús, al llamar a Mateo, a Pedro, a Juan... glorifica al Padre y da al hombre el conocimiento de Dios y la Vida Eterna. Por tanto, esto lo tiene que hacer por el Espíritu, que recibe del Padre. Y este Espíritu, consolador, iluminador... cambia a Mateo que ha oído a Jesús y ha sido destinatario del más preciado Don. El cambio es total, y el movimiento es radicalmente nuevo: lo deja todo y le sigue. Su centro ya no es el dinero, sino Jesús. A eso somos llamados, a cambiar, a convertirnos, a dejar nuestras nimiedades y caminar tras Jesús, porque esta llamada nos ha sido hecha. Sólo debemos descubrir por qué camino seguir a Jesús, y ser valientes y fieles.

Pace Bene.

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