BUSCADOR CATÓLICO

jueves, 8 de noviembre de 2007

LA OVEJA PERDIDA


El Evangelio de hoy nos recuerda cómo Jesús enseñaba a los suyos cómo es en verdad el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Les enseña a sus oyentes que el Padre Ama a todos con un Amor único y entrañable. De esta forma, el Dios del Antiguo Testamento que, si bien no exento de Amor, aparecía vengativo y fuerte, omnipotente, soberano, alejado... HA BAJADO DEL CIELO PARA ENCONTRARSE CON EL HOMBRE. El Dios de los Señores, el Eterno, Inmutable, Omnipotente... no pudo contener su Amor y se ha hecho débil, pequeño, contingente... para venir a nuestro lado y caminar con nosotros. No hay mayor noticia para el hombre que la Navidad. Sí, ese momento que cambió la Historia para siempre, pues el hombre ya no estará más solo. No tendrá que subir a una montaña o acudir al Templo y ofrecer sacrificios para encontrarse con Dios y vivir en Paz con Él. Porque ya no se trata de Obediencia por Temor, de Servitud por Agradecimiento, de Sacrificio Compensatorio. No, el Niño de Belén nos trae la Noticia de que Dios nos ama con unas entrañas que hasta el momento Israel ni imaginaba. Entonces es cuando vemos que somos elegidos, predilectos... pase lo que pase, seamos como seamos. Si le tendemos la mano, siempre encontraremos la suya, abierta, cálida, acogedora, fuerte.

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