BUSCADOR CATÓLICO

lunes, 22 de septiembre de 2008

FIDELIDAD A LOS OBISPOS Y A LA IGLESIA


San Francisco, en muchas ocasiones, insistía a sus hermanos que fueran "católicos", es decir, vivieran sometidos a la Santa Madre Iglesia. También les hablaba del honor que debían tributar a los sacerdotes por el Oficio que ostentan de Administrar las Palabras del Señor y su Cuerpo y Sangre, y no tanto por lo que son, si se encontraban con sacerdotes pecadores. "Y no quiero advertir pecado en ellos, porque miro en ellos al Hijo de Dios y son mis señores" (Test 8-9).

Creo que hoy día, y dada lo necesitada que está la Iglesia de aliento y esperanza, los católicos de a pie, y sobre todo los que somos franciscanos, tanto frailes como monjas o seglares, debemos aplicarnos mucho en vivir estas palabras de Nuestro Padre Francisco. Y es que ayer, topando casualmente c0n su Web, leí una entrevista que le realizaron al Padre Fortea, el conocido exorcista español. Me alegraron y llamaron la atención las respuestas que dio a dos preguntas que le realizaron. En ellas le preguntaban qué pensaba de los Obispos españoles, y contestó enumerando virtudes, humanas y espirituales. Se limitó a alabarlos y manifestar fidelidad a ellos.


Podría haber contestado, como hacen muchos sacerdotes, arramblando con lo que pensaba acerca de los mismos, o quejarse de algo concerniente a su gestión, cuidado pastoral o lo que fuera, y no lo hizo. Por caridad con ellos, porque los quiere, o porque en efecto no encontraba falta en ellos. Lo que sea, pero el Padre Fortea no es franciscano, y a mí me dio una lección. Y es que lo tenemos fácil para criticar, opinar, y hasta poner en duda la fama de tal sacerdote o tal obispo, o incluso hay que oir de todo del Papa mismo. Ojalá aprendamos a quererlos, tapar sus defectos (ojo, no sus delitos o abusos, estos hay que denunciarlos), corregirlos fraternalmente, acogerlos con cariño y no difamarlos, sobre todo delante de aquellos que puedan oirnos y llevarse un mal ejemplo.

domingo, 14 de septiembre de 2008

HOY, DÍA DE LA ESTIGMATIZACIÓN DE SAN FRANCISCO


Hoy, 14 de Septiembre, en la Familia Franciscana celebramos la Estigmatización de San Francisco (aunque litúrgicamente se mueve al 17 para no hacerlo coincidir con la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, que la Iglesia celebra desde antiguo). Sí, hoy es día de meditación y recuerdo del Misterio acaecido en la Verna aquel 14 de Septiembre de 1224. Lo que allá ocurrió se nos narra en Consideraciones III .


Hay que anotar que fue Francisco el primer Estigmatizado de la Historia, si bien no es más que un dato. Lo que de verdad cuenta y lo que de verdad a mí particularmente me impresiona es que estamos ante una escena que marca el culmen de la Vida Espiritual de Francisco. Es la cima, el no va más. El Poverello había seguido fielmente los pasos de Jesús, y se fue identificando con Él, poco a poco, día tras día. Se entregó sin reservas. Amó a Jesús antes que a nadie, y amó a sus hermanos por encima de todo. Al abrazar la Pobreza de Cristo, abrazó a Cristo, y ya nunca se desprendió de Él. Por eso aconsejaba siempre el Camino de la Povertà. Fue un hombre extraordinario porque fue fiel como ninguno. Siempre buscó estar unido a Jesús. Lo amó con pasión, identificándose con sus Misterios. Fue señalado con gracias singulares del Señor. Se olvidó de si para llevar las "odoríferas palabras del Señor" (1 Cta F, 19) a los demás. Predicó, ayunó, oró, vivió la Pobreza y la Obediencia, la Fraternidad, la Humildad... fue un varón santo, y tal fue su Encarnación de los Misterios de Cristo, que fue uno con Él. Por ello, Cristo le otorgó sus mismas marcas, le concedió el Don Visible de la Gracia Invisible. De aquí que, como alguien señaló una vez, Francisco fue Eucaristía, porque Cristo se Encarnó en Él, descendió de los Cielos y transformó a Francisco en su viva y perfecta imagen. Por ello no dejamos de lado la Fiesta de la Santa Cruz, puesto que ambas celebraciones van íntimamente unidas. Cristo Crucificado, va de la mano de Francisco Crucificado, que siguió sus mismos pasos hasta la Cruz.

La Verna es, desde ese día, Monte Santo, parangón del Gólgota. Y el mundo conoció cómo alguien puede, y no es entelequia, identificarse con Cristo, ser uno con Él.

lunes, 8 de septiembre de 2008

UN SOLO SEÑOR, DISTINTAS FORMAS DE POBREZA.


En la vida de la Iglesia se hallan numerosas formas de vivir la Pobreza y de encarnarla en distintas formas de vida de seguimiento de Jesucristo. Ya en Hch 4, 32 – 35 hallamos esta primitiva forma de pobreza, modelo de las posteriores formas de vivirla comunitariamente: “La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos.Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía.No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían campos o casas los vendían, traían el importe de la venta,y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según su necesidad”. Sería esta una forma de continuidad con la vida que hasta el momento habían llevado los apóstoles con Jesús: lo habían dejado todo, y vivían de lo que la gente les quería dar, es decir, vivían de la mendicidad. “Jesús iba recorriendo ciudades y aldeas predicando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres a las que había curado de espíritus malos o de enfermedades: María, por sobrenombre Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de un administrador de Herodes, llamado Cuza; Susana, y varias otras que los atendían con sus bienes”. (Lc 8, 1-4). Vivían, por tanto, de la Providencia. De hecho, en los Evangelios nunca se habla de que ni Jesús ni los Doce trabajaran. Sencillamente, se dedicaban en cuerpo y alma a la Predicación del Reino de Dios, al anuncio de la Palabra. Esto, desde los primeros momentos postpascuales, fue una forma de vida que atrajo a muchos anacoretas, eremitas, a los mismos apóstoles, a Padres de la Iglesia… y que, por tanto, la abrazaron: vivir dedicados a la Vocación recibida, sin posesiones, sin seguridades materiales… sólo dependiendo de Dios Padre. Al surgir los monasterios, éstos organizaron sus vidas, siempre de acuerdo a las reglas que iban saliendo (San Benito, San Agustín, San Bernardo…) de forma que los bienes los entregaban los nuevos monjes a la comunidad, de manera que todos disponían de ellos. Es decir, dabas tus posesiones, pero no te faltaba de nada.

Esto fue un punto distintivo de la vida de Jesús, a la vez que lo fue la vida de las primeras comunidades cristianas, que ya hemos explicitado en el texto de Hechos. ¿Por qué? Pues porque Jesús no se preocupó, en toda su Vida Pública, del alimento, de la ropa, de la vivienda… De nada. Ni siquiera para nacer se buscó nada, sino que se puso en manos del hombre. La Pobreza que marcó la vida de Jesús fue, por tanto, una Vida de abandono total en la Providencia del Padre, dedicando cuerpo y alma a la propia vocación. Sin embargo, en Hechos vemos que la gente entregaba los bienes y se distribuían. Bravo, pero era algo ya nuevo. Jamás los Doce tuvieron tanta seguridad de que comerían, o de que tendrían con qué vestirse, pues ya no era un mero abandono, sino que los bienes eran seguros, por así decirlo. Lo cual no quita ningún mérito, al contrario: la gente más pobre era equiparada a la menos pobre, y a nadie le faltaba lo necesario. Realmente se compartía.

Otro aspecto a recalcar y analizar es la intención con que se abrazaba la Pobreza, y que según cual sea distingue unas órdenes de otras, a unos santos de otros: ¿Abrazo la Pobreza como forma de vida para llegar a Jesús purificándome y ejercitando mi Confianza, Abandono…? o ¿Abrazo la Pobreza partiendo de que Amo a Jesús, y quiero vivir como Él, por Amor a Él, no esperando más que la Vida Eterna?


Y es en el S. XIII cuando aparece la Forma de Vida de Francisco. El Poverello, en efecto, vive un proceso de conversión que le lleva a identificarse con los pobres, porque es lo que le lleva a identificarse de facto con Jesús, que pasó por el mundo viviendo abrazado a la Pobreza, sin confiar más que en el Padre. Esta forma de vida es la que le fue revelada en la Misa en San Damiano, en la que descubrió cuál debía ser su manera de vivir, y la de los que vinieran después. (TC 25; TC 29). Los textos evangélicos Mt 19, 21; Lc 9, 3; Lc 9, 23 le sirvieron no sólo de inspiración a él y a los primeros hermanos, sino que cobraron valor normativo para la Orden que iba creciendo: “La vida de los hermanos menores es ésta: vivir en obediencia, en castidad y sin nada propio” (1R, 1). (Cito la Regla no Bulada porque es, para mí, la que debería haber sido Bulada, al expresar más fielmente lo que Francisco llevaba en su corazón). Pues bien, se puede observar lo siguiente:

1. Francisco volvía, como consecuencia de su experiencia de encuentro con Cristo, a la forma de vida que Cristo mismo quiso para si en la tierra.
2. Francisco establecía así un signo, una ruptura respecto de las anteriores maneras de vivir la Pobreza. La frase sin nada propio dejaba claro que en los conventos nada se debía poseer, ni en privado ni en común, sino que los hermanos debían salir a pedir limosna, o bien trabajar, pero nunca a cambio de dinero, sino del sustento del día. Es más, los conventos debían ser lo más humilde posible: nada de casas, sino humildes casuchas de maderas y barro.
3. En la Regla dejaba claro que el aspirante a entrar en la Orden debía vender todas sus cosas y distribuirlo todo a los pobres (1R, 2). Asimismo, la Orden nunca debía recibir dinero (1R, 8; 1R, 9).


Así, Francisco engendró una familia de hijos espirituales que debía contentarse con tener sólo a Cristo.

PAZ Y BIEN.

jueves, 4 de septiembre de 2008

POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS

Cuando vas a Asís te das cuenta de la repercusión que ha tenido a lo largo de la Historia (y sigue teniendo) la Vida de Francisco y Clara, así como la de los Primeros Compañeros del Santo y Primeras Hermanas de Clara. Es bonito ver a grupos de jóvenes y no tan jóvenes que se dejan llevar por la atracción espiritual que tan fuertemente ejercen ambos Santos. Pero bueno, ¿qué hicieron?, puede preguntarse uno. Para los que somos sus Hijos está muy claro: San Francisco fue la Viva Encarnación de Cristo, fue otro Cristo, y he aquí un motivo, entre otros si bien el principal, por el que la gente no puede resistirse a su figura. Y Clara fue su plantita: es decir, su vida espiritual era una ramificación de la de Francisco, por lo que de él dependía.
Y es que Francisco, como ya he dicho en otras ocasiones, no hizo sino responder en fidelidad al Señor, "sin reservas". No se quedó nada para si mismo. Y dio fruto, fruto abundante. Su vida manifestó lo que su vida interior era: morada de la Trinidad.

lunes, 25 de agosto de 2008

HASTA PRONTO, ASSISI





Pace Bene a todos. Ya hemos vuelto de Assisi, :-(

Han sido casi 10 días de vacaciones que he disfrutado de verdad. Ir allá siempre es especial, pero cada año es distinto, no sé, es difícil de explicar, pero Dios siempre te da un motivo nuevo por el que disfrutar de aquello. Todo ha sido especial: el hotel, las comidas, el rezar aquí y allá, la presencia de Francisco, la Gracia de Dios que te acompaña por donde vas... y es que los frutos de Francisco son allá muy patentes, y se notan allá por donde vas. Porque a Assisi vas a encontrarte con Dios, a mirar dentro de ti, a ver qué necesitas cambiar para estar más cerca de Él, y Francisco te ayuda a ello. Vas a disfrutar espiritualmente, pero también se te regala disfrutar de todo. Y, cuando no es Asís, es Fonte Colombo, La Verna, Greccio, Le Carceri... Un día os tengo que hablar en particular de estos sitios, porque vale la pena.
Francesco es allá muy querido, y todos los que visitan Santa María y Asís quedan prendidos de lo grande que es el Espíritu de Asís. Francisco y Clara dejaron una impronta tan fuerte, que es imposible no percibirla en cuanto llegas. Es la Città de la Pace, la referencia para muchísimas personas en este mundo. Es una ciudad en la que muchísimas personas de todo el mundo buscan Luz, Paz, Orientación en sus Vidas.... o simplemente rezar. Y sabes que tienes eso en común con los que allá están. También hay mero turismo, por supuesto. No sé qué más deciros de Assisi, porque hay que ir allá para experimentarlo. Hay que estar en la Porci, en el Sacro, ir a Vísperas a San Damiano... para experimentar lo que, a cada cual, Dios le quiera regalar. Pero todos tendremos en común esto: aquello es Tierra de Dios, y quien va quiere y necesita volver.