BUSCADOR CATÓLICO

miércoles, 5 de diciembre de 2007

EL ENCONTRADIZO


La oveja busca constantemente pastos buenos donde saciar su hambre y su sed. En estos pastos se halla todo lo que necesita. Así es el alma, que busca al Único que le puede saciar: Jesús, el Hijo del Hombre. Él nos da de beber; Él es Verdadera Comida y Verdadera Bebida (cf. Jn6). Acudimos constantemente a su búsqueda. Si sabemos buscar, encontramos, y Él, con su sola presencia, nos llena, nos conforta y nos da alimento para Vida Eterna. Y, si no sabemos buscar, es Él quien viene a buscarnos, como Buen Pastor que busca a la oveja que se le ha extraviado y que, desorientada, bala sin cesar, con la esperanza de ser hallada y recogida. Es, pues, el Pastor de la Misericordia, pero no sólo de una Misericordia que se compadece, sino una Misericordia Enamorada, que nos busca porque estamos perdidos sin Él, sí, pero es que Él también nos necesita (analogía impropia). Desea, con todo su Ser, Infinito, que estemos con Él, y Él en nosotros. Y así, con cada una de sus criaturas, todas predilectas, todas piedras preciosas por Él escogidas. Y, cuando, nos recoge y nos lleva, ya no nos falta nada. Lo material pasa también a segundo, tercer, cuarto o enésimo plano, porque allí, en su PRESENCIA, sólo deseamos comer de aquel Pan de Vida que multiplica Eternamente para nosotros. Nos queda disfrutar. Pero, ojo, si no entendemos bien su Señorío, su Pastoreo, e intentamos acomodarlo a nuestra conveniencia más material e humana (humana en el sentido <> de la palabra).


"Atráeme; en pos de ti correremos. El rey me ha metido en sus cámaras; Nos gozaremos y alegraremos en ti; Nos acordaremos de tus amores más que del vino; Con razón te aman". (Ct 1, 4).

No hay comentarios: