BUSCADOR CATÓLICO

miércoles, 5 de noviembre de 2008

ABORTO-VIDA


Ayer noche, al llegar del trabajo a casa, encendí la tele, y me encontré en CNN+ con un debate acerca del aborto. Ambos contendientes de tan repetida pelea se esforzaban en dirimir en qué momento empieza o no la vida tras la concepción. Vida humana como tal, se entiende, constitutiva de un ser humano, valga la redundancia. Porque biológica se sabe que ya la hay. Entonces, ¿qué sentido tiene discutirlo? La vida humana, la que entendemos como algo más que células vivas y órganos interconectados y funcionando, es algo tan serio, tan pleno y tan sagrado (no digo intocable, porque sabemos que hoy día se la atenta continuamente) que no cabe pelearse por dilucidar si la vida empieza en el momento "x" o "y". Nuestra dignidad, la que nos hace sentirnos y ser hombres o mujeres con inteligencia, sentimientos, capacidad de relación, de solidarizarnos, de buscar el sentido a nuestra propia vida, de buscar quién nos creó y nos puso en el mundo, de aspirar a cosas más profundas y cargadas de sentido que la mera vida biológica, no puede arrastrarse en discusiones como la que oí ayer (aunque no dudo de la buena intención de ambos debatientes por buscar la verdad). Es más, debería preocuparnos lo justo, y pensar de una vez por todas en motivaciones y cuestiones realmente trascendentes.


Cabe, además, observar lo siguiente: hoy día, la ley establece el aborto hasta las 12 semanas. ¿A esa altura no hay vida? Yo creo que sí. Es más, el feto está formado y es distinguible su composición: brazos, piernas, tronco, cabeza... No se puede decir que no haya vida. Pero se dice, porque si los abortistas reconocieran que sí la hay, entonces se verían abocados a reconocer que están acabando con una vida humana, ergo están asesinando. Y eso ya les parece inadmisible. Madre mía, cuánta hipocresía. ¿De verdad nos valoramos tan poco que nuestra vida se considera digna de ser vivida en base a discapacidades, enfermedades o porque la madre o el padre no pueden sacrificar su orgullo en pro de una vida que va a nacer? ¿Quiénes somos para poner trabas a una vida humana? Está encadenada, y si no nos damos cuenta de lo hermosa que es en sí misma, con sus buenos y malos momentos, encantos y desencantos, dudas, temores y demás, jamás la valoraremos. Como dijo Juan Pablo II, es la "cultura de la muerte".

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