BUSCADOR CATÓLICO

martes, 15 de julio de 2008

ESPADA


Ayer en Misa se leyó el trozo del Evangelio en que Jesús se anuncia a si mismo como motivo de división. División por su causa, en las familias, entre amigos... Se podría resumir como la ruptura del seguidor de Cristo con el Mundo (Mundo entendido, como siempre, como lo entiende Juan: todo aquello opuesto radicalmente a Cristo, Luz que viene del Seno del Padre, y a su Palabra). En efecto, cuando Jesús, de una manera u otra, te llama a su seguimiento, se produce en tu interior, poco a poco y entre muchas cosas, un alejamiento -más o menos marcado, según cada persona, según la Vocación recibida y según la "Exigencia" que conlleve - de todo lo que entonces constituía tu mundo de relaciones, preferencias, aficiones... llevándote a veces a una ruptura total, sin más. Antes he puesto exigencia entre comillas, porque la Vocación, si es auténtica y se vive como Verdadera Llamada de Dios, nunca es una renuncia que hay que hacer, aun a costa de que no quieras o no estés preparado. No, es un camino que se inicia con la Voz de Cristo, acogida en el corazón, que cambia libre y voluntariamente, modificando la propia escala de valores y afectos, hasta poner a Cristo en la cúspide y, por ende, auténtico leif motiv de toda la existencia. Es voluntario y por ello, aunque pueda comportar sufrimiento, éste siempre será soportado por Amor y no por resignación. Y, al ir por el Camino de la Voluntad de Dios, se convierte, sin saber cómo, en Gozo.

Volviendo al tema, es Principio resabido por todo cristiano de bien que cuando te propones de corazón llevar a cabo la Voluntad de Dios, entonces la Tentación -el Maligno, el Mundo- toma partido, tratando de disuadirte. Y empieza todo por la familia. Desde luego, me apresuro a decir que un padre tratando de impedir que su hijo se vaya a misiones o a un convento actúa movido por amor de padre, y no por maldad. Sin embargo, el valor de amor familiar, o entre una pareja, o el afecto entre amigos, son valores y amores de este mundo, por mucho que lleven reflejo del Amor de Dios. Aquí radica lo que dice Jesús: que quien quiera seguirle tendrá que romper con muchas cosas del mundo -sino con el mundo-, y en ese momento, la familia, los amigos, tu novio o tu novia, etc. tratarán de impedir (no siempre, claro) que sigas ese camino. Incomprensión, falta de entendimiento, a veces maldad... que te llevan a dejar de formar parte de ese nido en el que vivías, de forma que te abandonas en los brazos del Padre. Así lo han vivido los santos, y cualquier consagrado o persona que haya iniciado un camino tras Jesús.

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