BUSCADOR CATÓLICO

miércoles, 10 de octubre de 2007

ANTE TEOLOGÍA, EXPERIENCIA


En una ocasión, un Teólogo le hizo una pregunta a Francisco sobre un pasaje de la Biblia, y éste, en lugar de responder desde el intelecto, le respondió desde la Experiencia que poseía de Dios. En efecto, cuando el alma ya ha recorrido un camino espiritual, un camino junto a Dios y en Dios, llega un momento en que, si bien quizá no renunciará al estudio o a la meditación intelectual de la Palabra o de la Teología, sí es cierto que pensará, evaluará, actuará, se moverá y dara razón de Dios en base, sobre todo y ante todo, a su experiencia personal del Eterno. Si a una persona que lleva una vida de espiritualidad le preguntan quién es Dios para él, responderá, seguramente, desde lo que ha vivido. Dios te guía, te lleva de la mano, te marca el camino y te ayuda a caminar. Es decir, Dios te transforma, te cambia. Tu ser lleva su impronta, la huella de su paso por tu vida. Y esto es válido tanto para el santo como para el más pecador, pues la relación con Dios ha existido, y eso deja algún rastro, por más que a veces nuestra miseria pueda ocultarlo o mancillarlo. Y la experiencia de Dios, aun teniendo rasgos comunes con las de otras personas, es única, personal e "intransferible". Lo que se vive es especial, y no está sometido a categorías racionales o a instancias teológicas de ningún tipo, por más que desde la Ciencia Sagrada pueda tratar de acercarse uno. No procede, pues, juzgar o catalogar esas consecuencias del trato del alma con Dios. No puedo decir, por más que esté en desacuerdo, que aquella definición de Dios o de, por ejemplo, la intimidad con el Sagrario, es correcta o incorrecta. Es así, porque aquella persona así lo ha vivido. Que nuestro ejemplo ayude a los demás a encontrarse con Dios. PAZ Y BIEN.

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